El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Quiero que escribas en mí con palabras indelebles. Quiero que tu impronta quede grabada, que como un sello talle con fiereza todo lo que quieres que sea.
No pasean ni se bañan, tan solo observan la hipnótica pantalla y vuelven una y otra vez a extender el brazo y apretar el botón.
Un contagio que inunde existencias, traspase fronteras. Que no haya nada que nos proteja de este sano amor, que seamos altamente contagiosos.
Me desagrada este nuevo estado que nos mantiene cercanamente alejados.
La duda también es aceptada por el Padre, lo inaceptable es arremeter contra Él en un continuado estado de vacilación.
Acunó a ese pequeño animal que pronto sería su principal confidente, una silenciosa amiga.
El temido gigante sigue al acecho, pero creo en un Dios soberano.
Deseo atesorar momentos que solo hoy puedo vivir y grabarlos en mi memoria.
Su palabra imperecedera, viva, fresca, llega al hombre con la contemporaneidad de un escrito reciente, actual.
Siempre he valorado la presencia de los mayores, vidas plagadas de sabiduría que nos han legado tanto por lo que seguir luchando, pero que hoy, en estas circunstancias tan adversas, valoro aún más.
Qué triste experimentar la ausencia de alguien a quien no esperabas tener que recordar.
En este tiempo de adversidad yo sigo creyendo en el Dios de lo imposible.
Quiero que descorras el velo de mi mirada para encontrar en mi interior rastros de una vida matizada por ti.
La travesía puede tener oscilaciones, socavones, grietas, pero, mientras camino, descubro que no debo dejarme sabotear por las dificultades.
Únicamente deseo que permanezcas a mi lado. Que dejes fluir mi fe en medio de la desesperación.
El destierro crea distancia, acrecienta el frío, provoca una agria sensación de abandono.
El renuevo hace que lo viejo quede excluido, olvidado en un cajón en el que nunca debemos volver a mirar.
Se asomaron a la ventana viendo con asombro como el cielo se iluminaba de una forma especial, con un haz de luz extraño como nunca antes habían visto.
No desfallezcáis, porque gracias a vuestra generosidad son muchos los favorecidos.
Es innegable que los pensamientos de Dios no son los nuestros. Él va por delante, abriendo sendas donde no parecen existir, allanando el terreno que posteriormente ha de pisar nuestros pies.
Recuerda el calor del hogar, la hogaza de pan tierno sobre la mesa, el olor a familia, a descanso a ropa recién lavada y perfumada con lavanda.
Jesús buscó en la orilla del mar a pescadores de hombres y estos dejaron sus redes y siguieron al maestro con diligencia y sin dudar.
Si nos obligamos a eliminar esa gran roca que estorba podremos abandonar la cueva donde estamos cautivos y así sentir el gozo de la verdadera libertad.
Esta vida es el preámbulo de todo cuanto nos aguarda.
Entre la renovada urgencia se nos irá acoplando octubre con sus matices otoñales, transitando ante nosotros para recordarnos que ya pasó el verano y que ahora irremediablemente reinará él.
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