El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
He vuelto a recordar aquel hermoso eslogan y he pensado en lo mucho que deberíamos ponerlo en práctica.
Somos profesionales en detectar defectos ajenos. En cambio, carecemos de pericia para detectar virtudes.
Dios está dispuesto a releernos una y otra vez con entusiasmo la parábola del hijo pródigo que vuelve a casa y recibe caricias en vez de azotes.
Comprendió que ya iba siendo hora de abandonar ese disfraz de autosuficiencia y comenzar a pensar por sí misma y en sí misma.
Las cosas especiales vienen envueltas en atavíos muy humildes.
Son tus palabras envueltas en pausas las que han de barnizar este corazón tan presto a la huida.
Ofrendémonos en este nuevo año al Dios que hace nuevas todas las cosas.
Deseo que Dios te conceda infinitas razones por las que sentir alegría, por las que luchar, motivos por los que despertar cada mañana con la esperanza enarbolando tu mirada.
Son tus palabras envueltas en pausas las que han de barnizar este corazón tan presto a la huida.
Mientras la calle se va llenando de lluvia, la niña sigue contemplando desde una ventana discreta como el otoño se prepara para su relevo, portando su valija de transición.
En este mundo nuestro, loco y acelerado, nos hace falta imitar algunas conductas de estos amigos de cuatro patas.
Puede que nos cueste soltar amarras pero debemos extendernos hacia aquello que nos aguarda.
Lo que ella desconocía y ahora sabrá, es que a través de ese regalo a afianzado aún más el concepto que tengo acerca de la verdadera amistad, esa que duele, que te hace pasar horas en vela.
Cierro los ojos y voy desapareciendo. Lentamente se me acaba el aliento, siento como la vida se va remisamente.
El ser humano se deshumaniza cuando alza su mano contra el débil causando un daño irreparable.
Lo realmente difícil es vivir una vida sencilla, sin lujosos envoltorios y saborearla sintiendo como lo que verdaderamente importa es la actitud con la cual te presentes ante ella y saberle sacar toda la belleza que posee.
Cuando has vivido largo tiempo a la sombra del Altísimo es tan absurdo buscar refugio en recodos vacíos.
Escribo con el propósito, entre otros, de desnudar mi corazón y hacer que este dance al son de vuestras pupilas.
Una vez más Dios me dio una lección de humildad. Me mostró que el exterior no define a la persona y aunque es una lección que ya debía tener más que aprendida, mi naturaleza humana me sigue llevando a tomarme la libertad de prejuzgar.
Son tus palabras envueltas en pausas las que han de barnizar este corazón tan presto a la huida.
Los leo con la madurez que me han proporcionado los años, pero sin dejar de admirarlos con los ojos ingenuos de la niña que llevo dentro.
No era tristeza lo que me embargaba, era la sensación de complicidad con un Dios que había creado todo aquello y me daba la oportunidad de disfrutarlo.
Te escribo con el anhelo de cada mañana encuentres una razón por la que sentirte dichosa, feliz.
Cómo se le explica a una niña que está siendo golpeada diariamente por quienes mejor han de comprenderla que esos pequeños ignorantes están diciendo cosas sin sentido.
Ya es primavera y todo huele a promesas por cumplir.
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