A través de la tormenta

A través de la tormenta camino. 

Se empapan mis sueños, se mojan las ilusiones debilitándose al contacto con el agua que cae del cielo. 

Camino sola, en silencio, mientras las gotas de lluvia se funden con mis lágrimas formando un torrente de desolada tristeza. 

La ropa mojada, la vista enturbiada, el frío alojado en la espalda se aúnan para mermar mis ganas de proseguir hacia la meta. 

El cielo se vuelva más y más gris. No hay augurios de bonanza. 

Sigo caminando sola bajo la lluvia. Declamando en voz baja un poema creídamente olvidado y que la lluvia me ha traído a la memoria.   

El barro ensucia mis pies, hace que el sendero se vuelva intransitable, doblega mi ánimo, lacera con rabia el entusiasta golpeteo de mi corazón. 

Recuerdo sus palabras, miro al cielo y emito una silenciosa plegaria. 

No entiendo a qué se debe esta inesperada tormenta, este despliegue de airado viento que despeina mi empeño de seguir el camino. 

Por qué esta lluvia encolerizada sobre quien desea calma. 

A qué se debe este empeño por deshacer con un manotazo frío lo que tanto costó construir.   

No dudo de Él, pero tengo la necesidad de formular retóricas preguntas que al ser expuestas me parecen menos interrogantes, más aclarativas. 

Descansa, le digo a mi alma. Pronto cesará este aguacero. 

Camino despacio bajo la lluvia, sorteando charcos, evitando resbalar. Sigo el camino embarrado, desolado y oscuro. Sigo el camino, sé que no es momento de cambiar de senda. 

Recuerdo sus palabras, las repito para mí: atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados;  perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos. 

Y mientras camino, diviso una luz a lo lejos, una tenue luz que sólo yo percibo, un reflejo vivo, dorado, que se despereza en el sombrío horizonte.  

Sonrío ante un espléndido regalo que me envuelve en gozo devolviendo claridad al presente que me acoge, otorgando de forma prodigiosa una profunda sensación de paz que me hace danzar bajo la lluvia y el viento.