El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
En la Biblia encontramos varios casos en los que distintos personajes se mueven con el propósito de destruir a quien consideran su adversario.
Tanto a la larga como a la corta, el irresponsable perezoso provocará fastidio en quienes han depositado algún tipo de confianza en él.
Con el paso del tiempo y con total seguridad, será factible no sólo afirmar que no es malo lo malo sino que lo malo es bueno. Es el discurso que tergiversa la realidad.
No darle culto es robarle al Hacedor el derecho legítimo que tiene a recibirlo. Es desafiarlo.
¿Cómo puede ser que lo imposible sea posible? La respuesta está en que una confianza excesiva en el privilegio puede venir acompañada de una subestimación de las posibilidades ajenas.
El engrandecimiento de una sociedad se debe a la bendición de los rectos, cuya beneficiosa acción se nota en lo que hacen.
El mal moral es una realidad más siniestra todavía, estando compuesto de dos elementos, dos átomos, por así decirlo, como son la maldad y el daño.
Si hay una demostración evidente de que la vieja y seductora promesa de la serpiente, ‘seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal’, se ha hecho realidad, es esta irreprimible propensión judicial que tenemos.
La responsabilidad por los asuntos decididos es común a todos, tratándose de una unidad en la responsabilidad que converge en el presidente del gobierno.
Lo que comenzó pareciendo una liberación, se convierte en una degradación, bajo la sutil fascinación de la promesa de progreso y avance.
Hay otra clase de muro que es mucho más importante que los hechos de piedra y es el muro espiritual y moral que ha de circundar el corazón.
Cuando las palabras van muy por delante de los hechos, esa misma descompensación se convierte en un auténtico problema.
Si es razonable aceptar unos mandamientos ¿no será más razonable aceptar los otros Mandamientos? Si en unos nos va la salud y la vida, en los otros nos va también la salud y la vida, pero en una dimensión infinitamente mayor.
Ya sea en la época que sea el dinero es lo que importa y hacerse rico lo primordial.
Es fácil que la avaricia acabe haciendo acto de presencia y el ansia de ganar más de lo que es justo se convierta en el objetivo deseable.
La búsqueda de la gloria no se queda limitada a los antiguos, pues tal búsqueda late en el corazón humano en cualquier tiempo.
Aunque es uno el corazón, sus pensamientos se cuentan por cientos y miles, de manera que dilucidar cuál es el mejor, el bueno o el correcto es ardua tarea.
Como los pulmones necesitan oxígeno para respirar, así el que hace lo malo necesita al que difunde el mal discurso, para continuar haciendo lo que hace.
La presencia, en el entorno de la política, del malo, que tiene por divisa hacerse con el poder para usarlo en sus malvados designios, es una amenaza a la justicia.
Esta creencia en las ilimitadas posibilidades humanas está bien arraigada, haciéndonos creer que somos los señores y artífices de nuestro presente y futuro.
Aunque este mundo se burla de la moral y reniega de ella, llegado el momento es implacable para con aquél que queda convicto de culpa por transgredir la moral.
O es Dios quien fija los límites entre el bien y el mal o es el hombre.
La palabra imagen resume bien el mundo en el que ahora vivimos, porque de lo que se trata, por encima de todo, es de dar una buena imagen, dado que la imagen es lo que importa.
Qué descanso es saber que hay alguien que está por encima de todas las esferas de poder y sus confabulaciones.
Una de las pruebas del verdadero amor es la herida. Ahora bien, hay que distinguir entre herida y herida.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.