El tweet de Dios sobre los pensamientos pasajeros y el consejo duradero

Que el cerebro humano es una fábrica incesante de pensamientos es la experiencia cotidiana de cada uno, pero a diferencia de las fábricas que tienen un horario de actividad y otro de cierre, nuestro cerebro no para ni siquiera cuando estamos durmiendo, de lo cual son prueba los sueños que genera durante las horas de descanso. Pero el cerebro no sólo fabrica los pensamientos propios sino que también acoge los ajenos, que actúan sobre aquéllos y los reconvierten en una mezcla que ni es totalmente propia ni ajena o, mejor, que es propia y es ajena. De esa manera, el bullir y el frenesí de las neuronas es constante, siendo como esas puertas giratorias que a los niños de mi tiempo nos encantaba jugar con ellas, porque era posible estar entrando y saliendo correteando por ellas continuamente.

A causa de esa abundancia y diversidad de pensamientos generados, necesariamente hay una volubilidad en los mismos, porque es imposible que tan grande variedad permita que todos ellos permanezcan. Y así, lo que en un momento dado parece firme, pasadas unas horas habrá perdido su vigor y aquel pensamiento que parecía central ha quedado desplazado y anulado por otro, que ahora es el que reclama toda nuestra atención. Claro que, a su vez, el sucesor pronto va a tener quien le suplante, siendo destronado y mostrando su volátil condición, igual que le pasó a su antecesor. La consecuencia es que la persona sujeta a este vaivén pronto se verá sumida en un torbellino incontrolable, sin nada estable que le dé solidez. La confusión y el caos resultante producirán un trastorno vital, de lo cual nuestro tiempo es fehaciente testigo. 

Pero lo que pasa en el plano individual también sucede en el colectivo, donde las sociedades viven al compás de las últimas tendencias de pensamientos e ideas, que por la misma naturaleza de las cosas humanas son etéreas y acaban diluyéndose en el océano de la nada. Aquí igualmente ocurre algo parecido a lo que pasa en el terreno individual, que la multiplicidad de pensamientos contradictorios aboca a la desorientación y el extravío. La profunda crisis que a nivel mundial el mundo enfrenta es consecuencia de este enredo global de pensamientos, donde despropósitos de toda índole, convenientemente engalanados, desfilan en una alocada cabalgata ante la asombrada mirada de los espectadores, encandilados por las fascinadoras carrozas repletas de histriones que representan su papel.

Hay un tweet de Dios que dice lo siguiente: ‘Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; mas el consejo del Señor permanecerá.’ (Proverbios 19:21). El texto comienza declarando lo que es evidente acerca de la multiplicidad de los pensamientos y cuya sede está en el corazón, que en el lenguaje de la Biblia es el centro de la personalidad. Es de allí de donde surgen y es allí adonde los que vienen de fuera van a parar, compartiendo unos y otros ese lugar. Que sean muchos, no algunos y ni siquiera bastantes, ya induce a asumir que algo no bueno puede fácilmente ser el resultado de tal enjambre de ideas. Y aunque es uno el corazón, sus pensamientos se cuentan por cientos y miles, de manera que dilucidar cuál es el mejor, el bueno o el correcto es ardua tarea, suponiendo que haya alguno mejor, bueno y correcto.

Pero la segunda parte del tweet muestra algo totalmente distinto, porque al sinnúmero de pensamientos en el corazón humano contrapone la unicidad del consejo de Dios. La palabra consejo puede tener dos acepciones, siendo una la que tiene que ver con recomendación o proposición, como cuando decimos a alguien: ‘Te aconsejo que…’; pero otra acepción es la que tiene que ver con plan y propósito, con una voluntad definida y resuelta. Pues bien, en esta acepción se entiende la segunda parte del tweet, al hablar de que el propósito o voluntad de Dios permanecerá. Nótese que la palabra está puesta en singular; es decir, en Dios no hay un montón de ideas que van y vienen sin ton ni son, como sucede en el hombre, sino que hay una unidad de designio, que por ser uno es uniforme y como surge de Dios es estable, esto es, va a perdurar. Ese inmutable consejo está expresado en su Palabra, de manera que es en ella donde podemos conocerlo.

¡Qué diferencia entre las dos partes de este tweet! La primera está marcada por la inestabilidad, la incertidumbre y el desconcierto, que son las características de todo lo humano. La segunda parte está señalada por la firmeza, la certeza y la seguridad, que son las cualidades que brotan de Dios.

La cuestión a resolver es en qué voy a andar y a vivir, si en el hervidero de mis pensamientos o en el indisoluble consejo de Dios. Si vivo conforme a mis pensamientos acabaré mal, aunque transitoriamente me vaya bien; si vivo de acuerdo al consejo de Dios permaneceré para siempre, aunque transitoriamente lo pase mal. Ante el errático desbarajuste humano no tengo duda de con qué opción de las dos me quedo.