El tweet de Dios sobre la verdadera riqueza y pobreza

Hace más de cincuenta años hubo una canción que se puso de moda, titulada Tres cosas hay en la vida. Aquellas tres cosas eran salud, dinero y amor. Aunque han pasado muchos años esas tres cosas siguen siendo los principales deseos que mueven a la inmensa mayoría. ‘La salud es lo primero’ era y es la frase recurrente, casi manida, a la que se echa mano en las conversaciones, siempre que hay que clarificar qué es lo primordial por encima de todo. Cuando todo lo demás está en peligro, hay algo que ha de prevalecer sobre lo restante: la salud. Lo estamos viendo en estos días, cuando para conservarla se sacrifican incluso derechos fundamentales, que eran intocables y sagrados, pero que sin embargo han quedado relegados a un segundo plano. El amor que la canción consideraba era el amor humano, más bien romántico, tema de tantas baladas y melodías que han entonado ese sentimiento entre un hombre y una mujer. 

Y por supuesto el dinero era y es uno de los grandes sueños que encandilan a muchos, por lo que no es extraño que hacerse rico sea la aspiración más sublime. Ya lo decía aquella canción titulada Money que Liza Minnelli cantaba en la película Cabaret. Nada se puede comparar con el dinero, porque como afirmaba el estribillo: ‘El dinero hace girar al mundo’. Como entonces no existía el euro, las monedas que la letra de la canción citaba son el marco, el yen, el dólar o la libra, que definitivamente hacían girar al mundo. El mensaje de Money no podía ser más contundente, porque: 

‘Si resulta que eres rico

y tienes ganas de una noche entretenida

puedes pagarte una fiesta alegre.

Si resulta que eres rico y estás solo

y necesitas compañía

puedes llamar (tílín) a la sirvienta.

Si resulta que eres rico

Y tu amante te planta,

y te quejas y gruñes muchísimo,

lo puedes aceptar sin problema.

Llamas a un taxi y te recuperas

en tu yate de 14 quilates’

Así que, según esta canción, con el dinero se tiene todo. En cambio, si hay algo de lo que hay que huir es de la pobreza, de la que dice:

‘Cuando no tienes carbón en la estufa

Y te congelas en invierno,

Y maldices a tu destino por el viento.

Cuando no tienes zapatos en tus pies,

y tu abrigo es fino como el papel,

y tu apariencia es de menos de 30 libras de peso.

Cuando vas a buscar una palabra de consejo

del pastor bajo y regordete

él te dirá que ames siempre.

Pero cuando el hambre te golpea,

Rat-a-tat rat-a-tat en la ventana

toc toc (en la ventana)

¿Quién está ahí? (El hambre) ¡oh, el hambre!

mira cómo el amor sale volando por la puerta...’

También Topol cantaba en El violinista en el tejado el tema Si yo fuera rico, imaginándose con una buena casa, una  próspera granja y una distinción social elevada. Era el anhelo de aquel pobre judío, que vivía de la venta de la leche de sus vacas. 

Pero mucho antes de que Liza Minnelli cantara Money y Topol Si yo fuera rico, ya el poeta español Francisco de Quevedo había ensalzado al dinero en su poesía Poderoso caballero es Don Dinero, a la que Paco Ibáñez le puso música, y cuya primera estrofa dice así:

‘Madre, yo al oro me humillo,

él es mi amante y mi amado,

pues de puro enamorado

de continuo anda amarillo.

Que pues doblón o sencillo

hace todo cuanto quiero,

poderoso caballero

es don Dinero.’

Así pues, parece no haber duda, pues ya sea en la época que sea el dinero es lo que importa y hacerse rico lo primordial.

Pero hay un tweet de Dios que dice lo siguiente: ‘Hay quienes pretenden ser ricos y no tienen nada; y hay quienes pretenden ser pobres y tienen muchas riquezas.’ (Proverbios 13:7). Este tweet contradice totalmente los mensajes anteriores, porque enseña que el materialismo tiene un recorrido muy corto. En verdad tan corto como corta es la vida humana, e incluso más, porque ¿quién nos garantiza que el dinero va a estar ahí siempre? Pero incluso en el caso más óptimo no solamente se queda corto en cuanto a la duración del recorrido, sino en cuanto al valor en sí de lo que aporta. Quien escribió: ‘Me amontoné también plata y oro’, igualmente escribió: ‘Todo era vanidad y aflicción de espíritu y sin provecho debajo del sol.’

Hacerse rico, ser millonario, he aquí el ensueño. Pero el tweet afirma sobre quienes se hacen ricos: ‘no tienen nada.’ La segunda parte señala la verdadera riqueza, que sorprendentemente pasa por hacerse pobre. La traducción ‘pretenden ser’ en ambas partes del texto es ‘se hacen’, es decir: ‘Hay quienes se hacen ricos y no tienen nada; y hay quienes se hacen pobres y tienen muchas riquezas.’ La pobreza de la que aquí se está hablando no es una pobreza impuesta, como en las canciones de Liza Minnelli y Topol, sino escogida. Se trata de alguien que se ha desprendido voluntariamente de ciertas posesiones para adquirir otras, que son la verdadera riqueza. ¿Puede haber una pobreza escogida? ¿Quién querrá ser pobre por elección? ¿Quién querrá despojarse de lo que el mundo considera de más valor?

El misionero americano Jim Elliot, mártir entre los indios aucas en el siglo XX, escribió: ‘No es tonto el que pierde lo que no puede retener, para ganar lo que no puede perder.’ Su frase, respaldada por su vida y su muerte, resume bien que hay una riqueza que es auténtica pobreza y hay una pobreza que es la verdadera riqueza.