El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Ya sea en la época que sea el dinero es lo que importa y hacerse rico lo primordial.
Es fácil que la avaricia acabe haciendo acto de presencia y el ansia de ganar más de lo que es justo se convierta en el objetivo deseable.
El necio suele creer que sabe lo suficiente, paradójicamente. El sabio solo sabe que lo que conoce es una ínfima parte de lo que debería.
Las palabras a las que hacemos caso pueden marcar nuestra vida por completo.
Aunque es uno el corazón, sus pensamientos se cuentan por cientos y miles, de manera que dilucidar cuál es el mejor, el bueno o el correcto es ardua tarea.
Como los pulmones necesitan oxígeno para respirar, así el que hace lo malo necesita al que difunde el mal discurso, para continuar haciendo lo que hace.
Qué descanso es saber que hay alguien que está por encima de todas las esferas de poder y sus confabulaciones.
La sabiduría de Rahab proclama una fe que además de creer en lo no visto, espera que acontezca lo inimaginable.
Lo artificial no puede cambiar, ni mejorar, lo que es natural. Sólo puede disfrazarlo.
Antiguamente la maldad se escondía, porque había cierto sentido de vergüenza, salvo en las ocasiones lúdicas populares; pero ahora la maldad se exhibe.
¿Cuál será el método para que se conozca el valor de las personas? Dios es el probador supremo para el corazón humano.
Hay diques absolutos que deben ser establecidos, so pena de entrar en un estado de confusión que no puede llevar sino al desastre.
¿Cómo tantos, pueden hablar tanto, durante tanto tiempo, de lo mismo, sin caer en la palabrería o la divagación?
Podemos aniquilar el mal físico de nuestro organismo momentáneamente en determinados casos, pero ¿cómo aniquilar el mal moral de nuestro corazón?
En un mundo habituado a la ley del mínimo esfuerzo y a la consecución de los antojos en el menor tiempo posible, a la disciplina se le considera rígida, exigente y hasta dictatorial.
Hoy se habla de inteligencias múltiples, de habilidades sociales, de cuánto éxito se alcanza... pero la sabiduría ha quedado desterrada.
La edad y los años van tejiendo en la persona un ornamento que es de gloria.
No es de extrañar que en la Biblia la luz esté asociada con la gloria, la bendición y la pureza.
La Biblia no titubea sobre quién es la última fuente de autoridad, afirmando, en el momento cuando en Israel se establecen por primera vez jueces, que ‘el juicio es de Dios’.
La filosofía que se ha impuesto es que nadie me va a dar lecciones sobre cómo he de vivir ni qué he de creer.
Después de la pandemia no ocurrirá nada que no esté comenzado a suceder ahora, porque lo que seremos entonces lo dirá cómo vivimos y aprendemos en este momento.
La propagación de tantos temores, se debe a la ausencia de este otro temor. Si hubiera temor de Dios, seguramente no habría esta multitud de temores.
No hay maldición sin causa, o cualquier maldición debe tener una causa, lo cual es muy lógico.
Si en nuestra sociedad la palabra culpa ha sido desechada, mucho más lo ha sido la palabra pecado, con su contenido moral y religioso, que se contempla como una arcaica noción.
Hay una relación proporcional entre el tamaño de la soberbia y la altivez y el tamaño de la ruina y la calamidad.
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