Palabra viva

Casey Robinson era uno de los cuatro guionistas de “Casablanca”, quizás el que tenía el papel más importante porque iba diseñando la historia de amor entre los protagonistas principales, junto con la gran mayoría de los diálogos… pero no quiso aparecer en los créditos, porque tenía que compartir la “fama” con los otros tres miembros del equipo. Su arrogancia le costó perder el Oscar que ganó la película. Años más tarde lo reconoció: “Era joven y me creía muy listo”, dijo.

Una de las mejores maneras de vencer nuestro orgullo es procurar aprender de nuestros errores en el pasado. “La vida sólo se puede comprender mirando hacia atrás, pero sólo se puede vivir mirando hacia delante”, escribió un día S. Kierkegaard. Si no somos capaces de rectificar no vamos a llegar muy lejos porque somos menos listos de lo que creemos, y nuestro orgullo siempre nos hace creer que los que están equivocados son los demás.

La mejor manera de aprender es escuchar al más sabio, a quién nos creó; a Dios mismo. ¡Eso si es importante! Porque las palabras a las que hacemos caso pueden marcar nuestra vida por completo. Aquel a quién admiramos, termina dirigiendo nuestra vida.

Por eso cuando hablamos de palabras, tenemos que reconocer que nadie comenzaría un libro diciendo “En el principio existía la Palabra” (Juan 1:1). Dios si lo hace, ¡El es el ser más original e imaginativo que existe! ¿Sabes por qué comienza así? Porque Dios quiere que desde el principio nos demos cuenta de que lo que está ofreciendo es una aventura sobrenatural. No se trata de leer algunas palabras, Dios nos ofrece la Palabra en esencia, la aventura de conocer a su único Hijo ¡Tenemos que dejar a un lado todas nuestras ideas preconcebidas y adentrarnos en esa aventura! 

Dios quiere que comprendamos que no va a hablarnos simplemente de conceptos o creencias, sino de una Palabra viva, de un Verbo desbordante, del mismo Dios hecho hombre: Lo que vamos a encontrar es acción, restauración, salvación, espíritu, pasión, luz, perdón, ¡Se trata de una vida que jamás termina!

Cuando leemos un libro de aventuras nuestra imaginación nos lleva a “vivir” lo que sólo existe en nuestra mente y nuestro corazón, pero cuando vivimos lo que Dios nos dice, nos introducimos de lleno en la mayor aventura que existe, la de la vida. Todo lo que leemos en la palabra de Dios nos transforma por completo porque nos habla de la vida real, del día a día, de lo que nos va a ayudar a vivir de una manera diferente ¡de lo que permanece para siempre! Se trata de la Palabra que transforma nuestra alma y revoluciona el mundo.