El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Todavía quedan 27 estados donde se pueden promulgar sentencias de muerte. “Esperamos que Virginia tenga un efecto dominó en sus vecinos”, dicen desde el grupo Conservadores Preocupados por la Pena de Muerte.
La religión que no nos compromete con el prójimo sufriente es engañosa. Hay que sentarse al lado de los pobres de la tierra compartiendo la vida, el pan y la Palabra.
El engrandecimiento de una sociedad se debe a la bendición de los rectos, cuya beneficiosa acción se nota en lo que hacen.
El “no hombre, el que está en el “no ser” de la marginación, no puede gritar, no puede hablar, su voz no es oída ni escuchada por nadie.
No me duele mi invisibilidad, ¿por qué habría de dolerme tal cosa? Me duele la invisibilidad de las injusticias, de la pobreza, también la pobreza del corazón.
Lo peligroso para el poder dominante son aquellas informaciones reales que son capaces de cambiar la opinión de las personas.
Han pasado ya veinte siglos desde que nació el Maestro y aún no hay lugar en los mesones de la vida.
Usemos la fuerza de la Palabra, de la denuncia, de la solidaridad y amor entre los hombres.
Los cristianos, arropados por los valores del Reino, deberíamos estar en la vanguardia aproximando el reino de Dios allí donde hay víctimas de los corruptos, de las estructuras económicas y políticas injustas.
Sin amor a Dios, no puede haber auténtico amor al prójimo. Sería un amor que dependería solamente de las fuerzas humanas sin el apoyo que nos da el amor a Dios para entender el amor al prójimo.
Estos males existen desde el principio de los tiempos.
Muchos practican la religiosidad que han aprendido, la que les van enseñando y mostrando sus líderes, sin tener jamás preocupaciones por la justicia y la misericordia.
Quizás, fuera de la utopía, estamos condenados a un materialismo más o menos burdo, al comamos y bebamos que mañana moriremos.
Se nos reclama, bíblicamente, el uso de la palabra, hablada o escrita. Una palabra que explote en forma de denuncia, de grito por solidaridad humana.
La justicia y la misericordia hacen preguntas diferentes. Un artículo de Paul Campbell.
Hemos convertido ciertas prácticas de la fe en méritos personales para ganarnos el favor de Dios.
Un grupo de pastores preocupados de 50 iglesias ha publicado una “Carta abierta al pueblo bielorruso”. Se dirigen a los líderes políticos y les advierten de cualquier abuso de poder. También les señalan la responsabilidad última de todos los bielorrusos ante Dios.
¿Existe otra forma de vivir? ¿O debemos conformarnos con ser parte del sumiso “rebaño lanar” en un mundo corrupto?
No hay que perturbarse al ver a los que se jactan de maldad y todo les sonríe, porque su descalabro, en grado insospechado, se acerca a marchas forzadas.
Es la cuarta ocasión en los últimos cinco años que los investigadoresdel Índice de Paz Global hablan de deterioro. Oriente Medio y África del Norte, las regiones más perjudicadas.
Un deseo de igualdad y justicia sin la posibilidad de perdón, redención o esperanza de una justicia última, puede conducir hacia la amargura y un deseo de venganza. Un artículo de Michael Ots.
Jesucristo puede identificarse hoy con cada víctima de injusticia sistémica en nuestro mundo. Un artículo de Ivor Poobalan y Victor Nakah.
La persecución siempre vulnera los derechos del perseguido.
No es algo teórico, sino, desgraciadamente, más común de lo que fuera deseable, existiendo diversas maneras en que tal degradación ocurre, cuando el justo renuncia o traiciona a la justicia.
También, en nuestro momento histórico, hay muchos obreros injustamente pagados que necesitarían de la justicia misericordiosa que usó Jesús con los trabajadores de la viña.
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