El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
El ejemplo es siempre más importante que las palabras y la clave en la familia es estar preparados siempre para amar, enseñar, bendecir y abrazar.
El dolor del alma nos va destruyendo poco a poco, casi sin darnos cuenta.
Él nos ayuda a ser diferentes, comprometidos, llenos de valor para defender lo que es justo y dependiendo siempre de las fuerzas que él nos da para no abandonar nunca.
La filosofía reinante es que el individuo está por encima de todo, y los derechos que se derivan de sus deseos personales tienen que ser respetados.
El problema comienza cuando pensamos que jamás nos van a defraudar. La verdad es que no podemos estar seguros ni de nosotros mismos.
Parece difícil saber envejecer. Creo que no es tanto por el paso del tiempo, sino por la sensación de que estamos perdiendo “cosas”.
Tenemos que reconocer que nuestra sociedad vive fijándose sólo en las apariencias y despreciando a los que son diferentes.
Si quieres saber qué es prioritario para ti, haz un ejercicio muy sencillo: mira hacia atrás y anota el tiempo que le dedicaste a cada actividad y a cada persona durante las últimas semanas.
En un mundo dónde lo que vale es lo políticamente correcto, algunos de los mayores enemigos de Dios son las personas que dicen y hacen lo correcto.
El corazón sabio conoce el tiempo, porque recuerda que no hay nada mejor que vivir lo más cerca posible de la fuente de la vida.
Necesitamos trabajar en la creación de una contracultura: una nueva escala de valores ayudando y sirviendo a los demás, sin buscar el provecho propio en primer lugar. Una contracultura enfocada en dar y no en recibir, en curar y no en herir.
Todos nos necesitamos. Todos debemos ayudarnos, comenzando por nuestra propia familia. Todos debemos agradecer lo que otros hacen por nosotros.
Dios anunció que el amor sería lo que delataría a sus seguidores: no los milagros ni la doctrina. ¡Ni siquiera el poder! Sólo el amor.
Nuestra mayor frustración tiene que ver con la necesidad de encontrar un sentido en la vida. Si negamos a Dios perdemos todo nuestro significado como personas individuales.
El dinero es lo más falso que existe: si confiamos en él, toda nuestra vida estará llena de problemas.
La fidelidad es una bonita palabra, pero suena mucho mejor cuando sabemos aplicarla a una relación.
Cada vez me siento más lejos de los que tienen el poder en este mundo y mucho más cerca de Dios, que gobierna el Universo.
La razón y la verdad están muy por encima de nosotros, simplemente debemos dejar que brillen sin preocuparnos de que los demás lo admitan.
Siempre hablamos del sufrimiento del Señor Jesús, y es cierto... pero pocas veces llegamos a comprender el dolor del corazón del Padre.
Sólo cuando reconocemos que nuestra vida pende de un hilo recordamos que no somos tan imprescindibles como creemos.
¡Claro que es importante el destino! Pero la gran diferencia en la vida es quién nos acompaña en el día a día.
¡Nadie sabe lo bueno que tiene hasta que lo pierde! Mejor dicho: Todos sabían lo que tenían ¡pero no pensaron que podían perderlo!
Nuestra misión es trascendental, porque el futuro del Universo depende de lo que podamos hacer a las órdenes del Capitán.
Cuando sabemos que Dios conoce nuestro corazón, le amamos e intentamos no hacer nada que le deshonre. Cuando amamos a Dios, descubrimos nuestro honor.
El querer ser recordado por las barbaridades que hacemos es una de las motivaciones más estúpidas que pueden tenerse en la vida.
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