Caos

Helter Skelter es una expresión que se utiliza en el inglés de las últimas décadas para definir un caos. Ese fue el título que puso a su libro Vicent Bugliosi, el fiscal que acusó a la familia Manson en aquel conocido caso de varios asesinatos, que sacudieron a la opinión pública americana a finales de los años sesenta. Charles Mason había escrito esas dos palabras en la escena del crimen señalando que para él nada tenía sentido, sólo reinaba el caos y la confusión. Vivía lleno de pensamientos paranoicos: en el juicio afirmó que comenzaría una guerra racial en USA y él estaba ayudando en en esa guerra con los asesinatos que cometía. 

Los Beatles habían lanzado hacía poco tiempo una canción en la que hablaban de ese caos en el que estaba sumergida la sociedad entera: 

“Cuando llego abajo vuelvo a subirme al tobogán

AllÍ me paro, me giro y me tiro

Hasta que llego abajo y te vuelvo a ver

Bajo rápido pero estoy mucho más arriba que tú” (Helter Skelter)

Lo que los músicos ingleses intentaban plasmar es esa sensación del sinsentido en casi todo lo que hacemos en el primer mundo, se ve en la música, en el arte abstracto, en la escultura, en el pensamiento sin razón, en el lenguaje desestructurado, en las redes sociales, en el hecho de que los programas más vistos en televisión y los videos más seguidos sean sobre situaciones sin sentido… Esa sensación de que el caos reina por completo en nuestra vida y ese caos nos parece ¡lo mejor que puede suceder!

El problema es que esa no es una característica de la sociedad ¡es nuestro propio carácter! Siempre me resulta curioso ver que le echamos la culpa a la “sociedad” de muchas cosas, sin pararnos a pensar ni un solo momento en que somos nosotros los que vivimos en ella. La sociedad se alimenta de nuestros pensamientos, nuestras decisiones y nuestros hechos, de tal manera que si ese caos existe en la vida de muchas personas y en las relaciones con los demás ¡es porque nosotros lo hemos originado!

Lo hicimos de una manera tan sencilla que a muchos se les ha pasado por alto: Si Dios no existe, el resultado es el caos. Si le damos la espalda a la vida lo único que nos queda es la muerte. Por eso necesitamos volver a Él para que restaure nuestra vida y ponga orden en el caos, sea cual sea: “Señor, mis ojos están puestos en ti. En ti busco protección: no me abandones” (Salmo 141:8).

Cuando nos encontramos con el Señor, nos encontramos a nosotros mismos también.