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“El paraíso perdido” es la obra literaria más famosa de Milton. Una de las frases más conocidas es aquella que pronuncia el propio diablo cuando dice: “Mejor reinar en el infierno que servir en el cielo”. Aunque en principio parezca “sonar” bien, la verdad es que es algo completamente idiota, si me perdonáis la frase, porque el poder no tiene ningún sentido cuando estás destruyéndote a ti mismo… aunque muchas personas parecen vivir con esa mentalidad, ¡incluso se sienten orgullosos de hacerlo!

Cuando hablamos del infierno, inmediatamente la imagen que viene a nuestra mente es un lugar donde hay un lago de fuego en el que todos están sufriendo de una manera extraordinaria: esa es una de las descripciones que conocemos, pero déjame decirte que la realidad de la condenación es mucho mayor de lo que imaginamos: el mayor problema de los que desprecian a Dios y van a ese lugar es su propio carácter. Esa es la razón por la que no se puede “reinar” en el infierno: El despecho con el que han tomado la decisión de rebelarse contra el Creador define su manera de vivir, no sólo ahora, sino por toda la eternidad. Creo que muchos ni siquiera querrán salir de allí a pesar del sufrimiento eterno ¡Simplemente por no dar su brazo a torcer! El ser humano es lo suficientemente ignorante como para seguir manteniendo su razón, aunque se le esté rompiendo el alma.

Esa decisión de querer salirnos con la nuestra, caiga quién caiga y suceda lo que suceda, es lo que hace que nuestra vida (¡Ya aquí mismo!) sea un auténtico infierno. Quizás no nos importe ahora, porque preferimos tener razón y darle la espalda a nuestro Creador ¡pero en esa decisión está implícita nuestra penitencia! Mayor castigo no podríamos tener, porque perdemos absolutamente todo lo que tiene que tiene que ver con disfrutar de la vida ¡Aunque lo aceptamos con gusto! ¡Nuestro orgullo es más fuerte que el propio sufrimiento! O por lo menos eso es lo que pensamos.

¡Todo, menos servir a otros! El egoísmo es la característica esencial del infierno: los que estén allí pasarán la eternidad pensando exclusivamente en sí mismos, creyendo que son los mejores, defendiendo a diestro y siniestro que no necesitan a nadie todos buscando su propio bien en un lugar dónde no existe el bien. Si hoy nuestro mundo es habitable, es debido a las personas que ayudan a los demás ¡imagínate un lugar dónde nadie lo hace!

¡Cada uno que se busque la vida! Quizás esa sea la mejor definición del infierno: estar eternamente rodeado de personas que se quejan y que quieren hacer valer sus derechos por encima de todo y de todos.

Y por si fuera poco, sin poder desterrar la amargura de su corazón, porque al final en lo único que podrían reinar será en sí mismos, pero aún así será imposible porque el odio les impedirá tener un solo gramo de felicidad. La Biblia lo describe de una manera muy gráfica: “Y los hombres fueron quemados con el intenso calor; y blasfemaron el nombre de Dios que tiene poder sobre estas plagas, pero no se arrepintieron para darle gloria” (Apocalipsis 16:9).