El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Digámoslo de una vez claro y sin rodeos. La razón es una potencia creadora. Su luz ha iluminado secretos de la naturaleza humana. Pero falla cuando discurre sobre Dios.
Ofrezco a los lectores de esta sección en Protestante Digital algunas de las opiniones expresadas en torno a La palabra suficiente y su autor.
En este su último libro, Alfredo Pérez-Alencart incluye 124 poemas que le han llevado veinte años de trabajo, desde 1994 al 2014.
A lo largo de 350 páginas Ana Romero “jalona hechos que terminaron en la renuncia por incapacidad de Juan Carlos para recuperar el cariño y el respeto de los españoles”.
Un día, los huesos molidos del tantas veces molido Don Quijote saldrán a resurrección de vida.
Sólo Cervantes pudo convertir una lágrima en sonrisa y una sonrisa en carcajada, y al final, trocar la carcajada en sonrisa y hacer que la sonrisa vuelva a ser sollozo.
Nadie puede no morirse cuando es llegada su hora. Y la de Alonso Quijano pasaba rápidamente los minuteros del reloj.
Don Quijote de la Mancha: "En fin, sus misericordias (las de Dios) no tienen límite, ni las abrevian ni impiden los pecados de los hombres”.
El caballero Don Quijote ofrece una interesante reflexión sobre la vida y la muerte justo antes de entregar su cuerpo al fatal desenlace de la melancolía.
Caballero y escudero llegan a su aldea después de un viaje cargado de peripecias y aventureros encuentros.
Del estiércol a la poesía. Don Quijote tuvo como pena a su derrota la afrenta que una piara de seiscientos cerdos hicieron a su dignidad, pasando sobre su cuerpo molido. Pero del panal salió la miel. Entre lágrimas y suspiros expresa lo más recóndito de su corazón en un canto al amor y a la muerte
El caballero Don Qujote parte de regreso hacia La Mancha después de su derrota con el caballero de la Blanca Luna. Muestra disposición a reflexionar durante el periodo de castigo que se la ha impuesto, pero está convencido de que no es el fin de su hazaña caballeresca.
Don Quijote se enfrenta al caballero de la Blanca Luna en uno de los duelos más intrépidos, formidables y eminentes de la literatura. El resultado es una reflexión única sobre la derrota y el amor.
Para Don Quijote, tocar una imprenta era como tocar el espejo de su propia vida. El hidalgo manchego había alimentado su soledad en la Mancha con la lectura. Los libros fueron sus amigos fieles.
Prosiguen las aventuras y desventuras de Don Quijote en la segunda parte de la novela, de cuya aparición se cumplen ahora 400 años justos, 1615-2015.
Observa Diego Clemencín que este incidente de la cabeza encantada es el más feliz de cuantos discurrió Cervantes para sostener el interés de la fábula durante la estancia de Don Quijote en Barcelona.
Las alegres damas le requebraban de tal forma, con tal ahínco, que Don Quijote, encendido y algo furioso, estalló con un latinazo seguido de una aclaración en idioma de La Mancha: “¡Fugite, partes adversaes! Dejádme en mi sosiego, pensamientos mal venidos.
Si tomáramos por verdad aquella frase del literato y periodista francés León Daudet, quien no puede soportar la burla no tiene calidad suficiente, habría que concluir que Don Quijote estaba hecho de la más extraordinaria calidad que imaginarse pueda, porque del héroe caballeresco se burlaban hombres y mujeres, duques y vasallos, encumbrados y ruines.
¿Qué buscaba Don Quijote en Barcelona? ¿Con qué propósito desvió Cervantes a su criatura de otros caminos y lo condujo hasta la capital de Cataluña?
Don Quijote y Sancho llegaron a las playas de Barcelona “la víspera de San Juan, en la noche”. Originarios de las tierras secas de La Mancha, ni caballero ni escudero habían visto jamás el mar.
Don Quijote, para ridiculizar a Avellaneda, no entraría a Zaragoza. Lo dice a sus anfitriones: “Por el mismo caso no pondré los pies en Zaragoza, y así sacaré a la plaza del mundo la mentira de este historiador moderno, y echarán de ver las gentes cómo no soy el Don Quijote que él dice”.
A principios del siglo XVII, cuando la novela irrumpe en el panorama literario español, el reino de Aragón tenía unos 300.000 habitantes, de los que 25.000 vivían en la capital, Zaragoza. Barcelona contaba con 35.000 almas.
Me propongo publicar algunos artículos tomando como guía sólo la segunda parte de la novela, cuando el inmortal caballero Don Quijote cruza tierras de Castilla y Aragón camino de Barcelona acompañado por su fiel escudero Sancho.
Jesús llama al rey Herodes “zorra”. La zorra es símbolo de astucia. El ideal no se deja engañar por nadie. Jesús indica que su vida tiene un plan definido y no está dispuesto a detenerse.
Moisés estaba sostenido por su ideal en lo que parecía imposible. La epístola a los Hebreos resume su epopeya en estas palabras: “Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible” (Hebreos 11:27). ¿Cómo puede verse lo invisible?
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