El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Cuando de protestantes españoles se trata, a Mª Elvira Roca no le cabe otra posibilidad, sino que sean renegados: de la fe verdadera, la buena, el papado, y, por ende, de su patria.
Una respuesta breve a la fobia y falsificación del protestantismo de Mª Elvira Roca Barea.
La propiedad primero y luego pérdida de una parte del monasterio de San Isidoro del Campo no importó en su momento y tampoco importará ahora.
No perdamos la memoria, ni la historia. Y más en un tiempo cuando queremos acordarnos de la Reforma con sus principios y fines.
La historia de nuestro territorio se ha configurado en su sujeción al papado. No se puede olvidar.
En el complejo siglo XIX, la percepción social y religiosa de la sociedad que Usoz manifiesta, es un buen terreno de reflexión y aprendizaje para nosotros en nuestro tiempo y circunstancias.
Dice Villacañas: “Todos hemos quemado las naves, que es como los españoles han venido actuando a lo largo de su historia. Esto es malo para España y es malo para Cataluña”.
Nuestros reformadores fueron refugiados. No siempre los trataron bien por donde fueron; algunos sí lo hicieron, un abrazo para ellos.
Debemos ser testigos contra ellos, llamarlos por nombre, y procurar que no gobiernen. Hoy los salteadores son los estados, con sus intereses.
Si hemos sido injertados en la muerte de Cristo, también lo seremos en la de su resurrección, para vivir una vida nueva que nunca muere, y da los frutos de la vida.
De nuevo se bendicen los cañones. De nuevo los clérigos “santifican” las bayonetas del poder humano.
En la Escritura está claro que en la salvación verdadera nadie puede gloriarse de haber puesto algo, de haber añadido.
Cristo no viene a un sitio arreglado por el camino ignaciano, ni por otro cualquiera, sino que viene al pecador como tal, en su más abyecta rebelión.
Con todos se encuentra, porque por todos los suyos se entregó. Ya los conoce porque llevó su nombre, porque por su nombre de muerte murió para que ahora tengan el nombre nuevo.
Con estas notas sobre acontecimientos del pasado reciente no se pretende más que ordenar la perspectiva para actuar en el presente y seguir con buen paso al futuro.
Los políticos de la Transición aprendieron: al papado no se toca. Y no se tocó.
Hoy sigue esa dominación, aunque como parte de su conservación se levante con voces diciendo que aquí están poco menos que perseguidos los siervos del papa.
Las guerras carlistas incluían aspectos locales, como la pervivencia de fueros y costumbres, pero nunca se hubieran producido sin la acción prevista y provista del papado.
Balmes nos puede servir de modelo (junto con otros) de un discurso que arropa el propósito esencial de defensa del papado con un lenguaje “cristiano”.
Toda la “defensa” de Cristo de estos autores papistas es, al final, una defensa del Vicario, para lo cual se usa al Señor, que queda reducido a uso y disfrute de su representante.
Navegar en nuestro convulso siglo XIX es modelo y aviso para navegantes, una tormenta permanente.
Para analizar y reflexionar sobre nuestro deber en el tiempo y espacio donde vivimos, recuerdo el buen terreno que nos proporciona la persona y trabajos de Luis de Usoz.
Dedicamos este año nuestro congreso sobre Reforma Protestante Española, en la Complutense: 29 y 30 de octubre, a la figura y circunstancias del personaje.
La acción política en nuestra España, desde Trento ha sido un Auto de Fe, una acción de Contrarreforma, incluso en la estética. Esto es el Corpus.
Se cree en Dios creador, que ha dado valor y dignidad a toda su creación, y toda ha sido afectada por la obra, primero de uno, para muerte, pero también por la de Otro, por su sacrificio, para vida.
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