Más que un revolucionario religioso, Lutero de hecho provocó una revolución mental que se volcó en la religión porque era la única manera que tenía un teólogo y un monje de luchar contra sí mismo.
Seguimos conversando con el referente del texto que aquí ya hemos usado. Una de las claves de esa reflexión es precisamente colocar la discusión de los temas fundamentales en sus fundamentos.
[ads_google]div-gpt-ad-1623832500134-0[/ads_google]
No se trataría, por poner un caso, de tratar con fórmulas doctrinales un asunto como el libre albedrío, sino de acudir al corazón mismo de la naturaleza humana, y ahí ver la imposibilidad del mismo.
Incluso un asunto que parece no tener relación directa, como podría ser la idea que se asuma sobre la propia Escritura, su autoridad, inspiración, etc., depende no de teorías sueltas (a veces se cae en discusiones interminables sobre palabras), sino de ver primero qué se piensa sobre la condición humana.
Si crees que la mente del ser humano natural tiene capacidad para, con un método adecuado, reconocer la índole de la Escritura, y responder a sus demandas, entonces, aunque afirmes que es inspirada en su totalidad, tendrás una Biblia en tu mano, tal como la tuvo/tiene la escolástica católica, pero no será nunca la misma que tuvo Lutero o Calvino. De eso van nuestras conversaciones.
Aquí afirmamos siempre ese matiz de la Reforma en sus inicios. Luego, de forma transversal, y es lo que hoy tenemos (sin ni siquiera emitir aquí un juicio de valor sobre ello), el mundo evangélico incorporó la antropología papal, con todos los resultados que eso produce.
En esos primeros momentos es evidente que tenemos un personaje peculiar. (El texto que usamos del profesor Villacañas, el vol. primero de su trilogía sobre Imperio, Reforma y Modernidad, lleva por título “La revolución intelectual de Lutero.”)
“...Esta misma operación era la que había consumado Lutero, a saber, destruir la idea de verdad y falsedad de los doctos [negritas mías], ponerles delante lo que eran y reclamar de ellos la fuerza suficiente para cambiar su perspectiva contra ellos mismos. Esa fortaleza fue la que se atrevió a incorporar un principio epistemológico nuevo, moderno, capaz no solo de ver, sino de verse a sí mismo y de verse contra sí mismo. Aquí Lutero no solo fue más radical que los humanistas, sino diferente de ellos. En el fondo, estos creían ser distintos de los teólogos y los miraban desde arriba. Se sentían satisfechos con esta lejanía respecto a aquellos a los que despreciaban. Lutero no. Se sabía un teólogo, un fraile, uno de ellos, y por eso su forma de comprenderse no podía generar sencillamente un enemigo externo. Él mismo era su propio enemigo y por eso su lucha es de otra naturaleza, más feroz, más intensa, más radical, porque era contra sí mismo.
[ads_google]div-gpt-ad-1623832402041-0[/ads_google]
...Y sin embargo, no se ha visto con claridad que esta fue la índole de la tarea de Lutero. Más que un revolucionario religioso, de hecho provocó una revolución mental que se volcó en la religión porque era la única manera que tenía un teólogo y un monje de luchar contra sí mismo.
Sin identificarla no entenderemos de verdad la constelación moderna, porque no tendremos identificada la energía que se opuso a la expansión imperial tanto de Carlos como de la Iglesia.
Los obstáculos que se alzan contra esta perspectiva son varios. Primero, como ya he sugerido, porque los efectos iniciales fueron religiosos, y también los motivos y experiencias centrales, porque aquella época era religiosa y los doctos eran teólogos.
Los efectos mentales y científicos vinieron después, aunque pareciera que no procedían de la misma cuestión de Lutero. Nuestra perspectiva cambia cuando superamos un segundo obstáculo.
Este consiste en que los planteamientos que nos abren la mirada sobre la obra de Lutero se dan con más claridad a lo largo del proceso sincero de búsqueda que llevó adelante en soledad, en la cátedra de Wittenberg, cuando vivía al margen de las polémicas públicas.
Este proceso aconteció alrededor de dos comentarios: el de los Salmos y el de la Epístola a los Romanos de san Pablo, la matriz de toda innovación en la mentalidad cristiana, la fuente de su energía.
En el comentario, que permaneció inédito hasta 1908, se dice con claridad que ‘el propósito compendiado del Apóstol en esta Epístola es … provocar un estado mental’. Nuestro propósito es identificar ese estado mental.” (pp. 307-309. A pie de página se indican las obras citadas, que aquí no ponemos.)
“… La interpretación mesiánica de los Salmos, y de toda la Biblia, fue determinante en la formación de Lutero. Solo se podía sentir libre de culpa el que sintiera sobre sí la misericordia de Cristo en cumplimiento de la promesa de Dios… Sin ese regreso de la fe a la conciencia, el cristiano no fecundaba su vida ni producía la alegría. Por eso solo el creyente estaba justificado. ‘Tu misericordia es mi justificación’, concluyó. Esa sencilla expresión era el acto de la fe. Aunque Lutero no precisó nunca si lo que salvaba era la misericordia de Cristo o creer en ella, y aunque siempre pensó que ese acto consciente de creer formaba parte de la misma misericordia divina, es fácil percibir que aquí había enredos suficientes como para refinar toda la problemática”. (pp. 327-328)
“… Lutero enseñó a dudar de uno mismo como método para lograr una certeza superior. La dualidad del movimiento llevaba desde la carencia de seguridad en sí mismo a la certeza conquistada desde la óptica divina…
Esta posición separaba definitivamente a Lutero de Tomás de Aquino. En él estaba pensando cuando dijo que ‘no puede llamarse en justicia teólogo el que crea que las cosas invisibles de Dios pueden comprenderse a partir de estas que son creadas’. La naturaleza no llevaba a Dios, pero como veremos Dios sí llevaba a la naturaleza.
No se podía conocer a Dios a través de sus obras naturales. Sino solo a través de Cristo crucificado: ‘sed qui visibilia et posteriora Dei per pasiones et crucem conspecta intelligit’.
La revolución mental de Lutero rechaza que se puedan conocer las cosas invisibles a través de las visibles. Esta es la base verdadera de la intensificación existencial del cristianismo, que por obra de Lutero de nuevo fue elevado a una religión viva.
‘Es en Cristo crucificado donde está la verdadera teología y el conocimiento verdadero de Dios’. La teología de los nominalistas, al no ser cristocéntrica, había intentado conocer lo invisible de Dios a través de los conceptos. En realidad había sustituido al Dios invisible por un artefacto conceptual contra el que Lutero bramaba. En su lugar, él puso la Cruz y desde ella se podía comprender lo visible.
… Este era el Lutero que se dirigió en 1518 hacia Augsburgo, una ciudad que a partir de entonces iba a vincular su destino a la Reforma y a la modernidad. Iba para enfrentarse al cardenal Tomás Cayetano [1469-1534], un dominico que representaba toda la teología aristotélica, el defensor de los que pretendían seguir conociendo a Dios a través de la naturaleza.” (pp. 359-361)
Les pongo unos renglones más, y ya acabamos. ¡Ya ven que quien aquí habla es nuestro buen amigo José Luis Villacañas!
“Lo decisivo es que la justicia de Dios consistía en hacer creer al hombre que estaba salvado. Y esa era la obra de Dios en el ser humano, pues nadie puede creer que está salvado desde sí mismo. Con ello toda la inclinación pelagiana de la iglesia, la idea de la salvación a través de las obras, quedaba anulada. Que el ser humano creyera ser salvado era la obra de Dios en el ser humano; esto es, no tenía nada que ver con los accidentes de la vida o de las obras, sino con la fe en la acción de Dios sobre nosotros.
Esta solución resultaba muy paradójica. Implicaba que el ser humano no puede hacer nada por salvarse, pero que sin embargo tenía al alcance de la mano la seguridad de estar salvado. Bastaba creer.
Sin embargo, eso no estaba a su disposición, sino que ya era obra de la justicia de Dios. ‘Se ipsum non potest salvare’. El cristianismo no era volver a los tiempos de los primitivos cristianos, pero si volver a un sentido paulino de la fe, que se había escabullido entre las manos de los teólogos. De la más extrema desesperación, surgió así la más firme seguridad.” (p. 320)
La semana próxima, d. v., caminaremos a ver si nos encontramos con la Iglesia.
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.
Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.
Analizamos las noticias más relevantes de la semana.
Algunas imágenes del primer congreso protestante sobre ministerios con la infancia y la familia, celebrado en Madrid.
Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.
Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.
José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.
Celebración de Navidad evangélica, desde la Iglesia Evangélica Bautista Buen Pastor, en Madrid.
Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.
Si quieres comentar o