¡Que te vote Txapote! La metáfora del chapapote

Escribo estas notas en medio de la mitad de la campaña electoral. Como las remito con antelación, ésta tiene varias por delante, seguramente saldrá cuando ya haya pasado. Mejor. Creo, sin embargo, que la reflexión puede ser válida para ver un poco.

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Hoy ha hecho público un comunicado alguna asociación, no pongo siglas, de familiares de víctimas del terrorismo, en el que acreditan lo adecuado del lema “¡que te vote Txapote!”, pues eso ha “nacido del pueblo” y no se puede derogar algo así, que sería lo mismo que derogar la libertad de expresión.

Hasta este momento, permitan que les ponga algo de lo que sentía con el grito ese. La primera vez que lo oí no se me ocurrió pensar en otra cosa que en el chapapote aquel del vertido en 2002, y no alcanzaba a ver cómo eso podía ser un insulto al gobierno actual. Al poco, no veo mucho la tele ni sigo redes, comprobé que se trataba del terrorista, ya encarcelado. El grito lo habían proferido personas fundamentales de un partido, y su grupo juvenil lo llevaba pintado en autobuses. Me cabreé muchísimo. La infamia era mayúscula. Incluso hicieron camisetas con el tema. Reconozco que cuando vi a jóvenes sonrientes con esas camisetas, pensé que menos mal que el tal Txapote está en la cárcel, y ya no mata. ¿Se imaginan a esos valientes cuando la ETA existía?

Los que ya tenemos años, recordamos cuando la ETA existía. Y todos nos alegramos del momento cuando su final. No podía dejar de pensar, al ver a esos jóvenes con sus camisetitas, que los verdaderos héroes, los guardias civiles y policías, en esos tiempos, no podían ni poner a secar sus uniformes para no ser “descubiertos” por algún vecino. ¡Las miradas! Al compañero cuando sale de patrulla, ¿volverá? Debajo del coche, una, y otra, y otra vez. Al vecino que no sabe que eres guardia civil. La mirada de los abuelos cuando sus niños tienen que ir allí... [no les pongo más cosas, que voy a soltar un taco] ¡El terror! ¡Y estos miserablones lo han banalizado todo! ¡Lo han convertido en una gracieta!

Por otro lado, también me pareció que el lema podría entrar dentro de algún tipo de delito. No sé muy bien, ni tengo interés, pero ya les digo dónde pondrían el grito estos que gritan el lema si algún grupo político del País Vasco hubiese sacado una camiseta con el lema “que nos vote Txapote”. ¡Enaltecimiento del terrorismo! ¡Humillación de las víctimas de ETA! Y pongan lo que se les ocurra.

Otro asunto es el mismo criterio de la democracia. Si alguien ha cumplido la pena impuesta por un delito, es un ciudadano más y puede votar. Y su voto vale igual que otros. Incluso se podría presentar para presidente del gobierno. (Claro está, contando con su condición legal apta.) Siempre será mejor que alguien vote, en vez de matar. Todos nos alegramos de eso. Y poniendo algún nombre: un voto de Vox vale como otro cualquiera; y un voto de Bildu, vale como otro cualquiera; y así podemos seguir. Y para decirlo a lo bruto: esos votos valen igual, en democracia, que el de un ministro de Franco, que con él comía, cazaba, y firmaba, y que luego formó un partido político. Esa es la democracia, pero siempre se puede cambiar, derogar, y volver a la sociedad estamental.

Y llegamos a lo que motivó estas notas, que una parte de las familias de víctimas de ETA salgan al frente para refrendar el lema “¡que te vote Txapote!”. No seré yo quien se meta en esos fondos, pero ha quedado refrendada, sin duda, la desunión y el choque emocional, de sentimientos. En nombre de la unidad de España, se rompen sentimientos. Por supuesto, ¡ganar es sagrado!

Y por esto pongo lo del chapapote como metáfora de la situación, ya de años atrás, de España, en cuanto a la política. Usar a Txapote es como el alquitrán pegajoso, terrible, de la costa gallega y de otras partes de las costas del norte. Repasen las imágenes. Pues igualito es lo que ocurre con la decencia de la política cuando se usan todo tipo de betunes y fangos pringosos, que no sirven sino para ocultar la nitidez del agua y sus productos. Nos han vertido chapapotes en las esferas donde debería haber equidad y justicia. Se está aceptando la política del vacío y la mentira (que es lo mismo en la Biblia). Líderes, y lideresas (a lidereses no llego), aclamados como columnas de sus partidos, que sin embargo su principal “virtud” es (a ver cómo digo yo esto que quede fino), en mi pueblo (y en el tuyo) dirían que mienten como mean. Este chapapote no es el fruto de un vertido accidental, está programado, es internacional.

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Frente a esto, no se me ocurre mejor opción que la de una política con raíces protestantes. Esa modernidad que España no quiso en la derecha, contra la que luchó y sigue, y que pasó por alto la izquierda. Sin eso: ¡chapapote por todos lados!

Con todo lo serio de la cuestión, me sonrío porque (ya lo sabremos cuando esto salga, si sale), ¡mira que si el voto de Txapote (= Bildu) fuese quien hace presidente al que tenía que votar Txapote!