El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Necesitamos reforzarnos de la valentía que nos da tener puesta la mirada en la esperanza que no defrauda, sustentada por la obra de Cristo.
Él va delante de nosotros si le tenemos en cuenta en el largo túnel y el camino difícil.
Un estudio de Mateo 14:22-34; Marcos 6:45-52; Juan 6:16-20.
Una publicación muestra que en países como España, los jóvenes tienden a desconfiar más de las personas que los mayores.
Vivimos en un mundo esclavizante que no nos permite descansar ¡y mucho menos meditar! La tiranía de lo instantáneo nos ha absorbido por completo.
Nuestro Dios sigue hablándonos en medio de la tremenda dulzura de un silbo extremadamente suave, dulce y apacible.
Es mediante la oración que tomamos conciencia de que nuestras cargas las lleva el Señor y no nosotros.
Podemos amar a muchas personas por lo que significan para nosotros, pero tenemos que reconocer que no hay nadie como Jesús.
Sonrío ante un espléndido regalo que me envuelve en gozo devolviendo claridad al presente que me acoge.
El desbarajuste social y las consiguientes consecuencias que está produciendo la pandemia de la covid-19 han descolocado a todo el mundo y han alterado las agendas humanas.
Dios tiene sus tiempos y cuando interviene es inapelable.
Para eso somos jóvenes, para disfrutar de todo lo que Dios nos regala.
Cuando nuestro corazón se siente amado y comprendido en medio de la rutina de la vida, todo parece ir bien.
Son tiempos de incertidumbre en los que hemos de hacer un esfuerzo en no mirarnos sólo a nosotros mismos y nuestros pesares.
Demasiados confunden a Dios con la religión que les han contado e intuyo que, ante una situación lo suficientemente compleja, algunos reaccionarían y se plantearían buscar a ese Dios del que se habla, en vez de esperar y ya está.
El temido gigante sigue al acecho, pero creo en un Dios soberano.
La convivencia con la muerte se ha vuelto especialmente patente durante la epidemia. Pero, ¿qué hay de sus efectos?. “En el duelo no hay solo dolor, hay amor”, dice el psiquiatra evangélico Pablo Martínez Vila.
Bienaventurados los que tienen una historia que contar.
El desafío es que podamos tomar la iniciativa para ser personas en las que se pueda confiar.
He aprendido que de nada vale angustiarme, sabiendo a ciencia cierta que el Dios de mi vida está siempre al control.
Debemos concretar si poder hacer ciertos movimientos porque se nos da permiso desde la ley y es lo más conveniente y se están presentando como nunca antes en esta pandemia los picos de ansiedad.
Después de la pandemia no ocurrirá nada que no esté comenzado a suceder ahora, porque lo que seremos entonces lo dirá cómo vivimos y aprendemos en este momento.
Para todos los que confían en Cristo hay una esperanza real y eterna. Él nos revelará su verdadera gloria.
No es que hoy por hoy nosotros estemos conquistando a la sociedad. Es justo al revés: la sociedad secular nos está conquistando a nosotros.
En este tiempo de adversidad yo sigo creyendo en el Dios de lo imposible.
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