El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Creer que se puede cristianizar a la sociedad desde arriba es tanto un mal entendimiento neotestamentario como una ingenuidad histórica.
La novela es un auténtico traslado de la problemática religiosa del siglo XVI a lo que ahora se vive, desde el fanatismo religioso hasta la imposición de las creencias e ideologías llamadas a prevalecer por la fuerza.
La tolerancia como virtud personal/grupal y concreción en instrumentos legales iba a contracorriente del entramado social, religioso y político existente en el siglo XVI.
Entre las distintas corrientes de la Reforma radical predominó la postura de que la fe no se podía imponer ni defender por la fuerza, sino lo conducente era usar la persuasión para que las personas, voluntariamente, se convirtieran al camino de Cristo.
Vine a Oaxaca para dar varias charlas y conferencias.
En Latinoamérica se asentó y desarrolló, entre los conversos protestantes/evangélicos, un ethos identitario que guarda cierto paralelismo con el anabautismo del siglo XVI.
Escobar argumentaba que las comunidades protestantes/evangélicas latinoamericanas estaban llamadas a ser contrastantes con la cultura patrimonialista dominante y sus resultados socio económicos.
Como bautista, he visto que casi todos los principios de esta denominación provienen de convicciones, hallazgos y afirmaciones de los anabautistas pacíficos del siglo XVI.
Dice W.R. Step: “Quizá no haya habido nunca, en toda la historia cristiana, un grupo tan injustamente juzgado como los anabautistas del siglo dieciséis: ampliamente malentendidos, deliberadamente desfigurados o completamente ignorados”.
El 21 de enero de 1525 se produjeron los primeros bautismos de adultos en Zurich, iniciando un movimiento espiritual que se extiende hasta hoy. Conversamos con Carlos Martínez García sobre su historia, principios y legado.
A los practicantes del bautismo de creyentes y contrarios al paidobautismo, se les comenzó a llamar anabautistas, es decir, rebautizadores. Éstos, en cambio, consideraban que el único bautismo acorde a las enseñanzas del Nuevo Testamento era el de personas conscientes del acto que llevaban a cabo.
La perspectiva plural con que hoy se abordan los movimientos eclesiales reformistas permite valorar mejor el enorme conjunto de movimientos espirituales que se desplegaron por toda Europa y que hoy se engloban bajo el membrete de “anabautismo”.
La recuperación de quiénes somos y para qué somos, nuestra identidad y misión, necesariamente conlleva el retorno a las raíces, que en nuestro caso es el Evangelio.
Los radicales de Zúrich perciben con claridad que sus críticas tanto a príncipes católicos como a protestantes, al igual que a sus respectivos teólogos, les acarrearían persecuciones.
Müntzer y Grebel buscaron un mundo mejor. Les tocó vivir tiempos de cambios vertiginosos.
Coincidían en que la Biblia era la autoridad. Pero su lectura de ella les llevó a interpretaciones distintas, que desembocaron en conductas contrapuestas acerca de cómo trasformar la sociedad.
Los nuevos anabautistas son los converso(a)s que hallaron en el anabautismo principios teológicos identitarios que hicieron suyos y que, además, se esfuerzan en practicarlos.
Moltmann dijo que los anabautistas "fueron el único movimiento de reforma basado únicamente en la fe", porque "los anabautistas rechazaron los fundamentos de la religión estatal cristiana".
La Confesión de Schleitheim fue conocida en círculos anabautistas acompañada de un escrito breve, las Reglas de orden congregacional.
A partir del 15 de mayo de 1527 tiene lugar el juicio contra Sattler, su esposa y los demás anabautistas presos.
Los Artículos de Schleitheim están fechados el 24 de febrero de 1527.
La conversación colectiva y los acuerdos fijados en el documento redactado, conocido como los Siete Artículos de Schleitheim, tuvieron lugar bajo persecución.
Tras el asesinato por ahogamiento de Félix Mantz por parte de las autoridades de Zúrich, 5 de enero de 1527, es claro que los perseguidos debían hacer algo para darle cierta seguridad a la continuidad de su movimiento.
El teólogo anabautista Yoder contribuyó a que emergieran las voces acalladas, selecionando 35 textos de reformadores radicales, quienes se opusieron a las iglesias territoriales dominantes.
En el movimiento de la Reforma radical, las distintas corrientes compartieron el rechazo a las iglesias territoriales, tanto católica como protestantes, pero cada sector mantuvo diferencias hermenéuticas.
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