El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
La recuperación de quiénes somos y para qué somos, nuestra identidad y misión, necesariamente conlleva el retorno a las raíces, que en nuestro caso es el Evangelio.
Los radicales de Zúrich perciben con claridad que sus críticas tanto a príncipes católicos como a protestantes, al igual que a sus respectivos teólogos, les acarrearían persecuciones.
Müntzer y Grebel buscaron un mundo mejor. Les tocó vivir tiempos de cambios vertiginosos.
Coincidían en que la Biblia era la autoridad. Pero su lectura de ella les llevó a interpretaciones distintas, que desembocaron en conductas contrapuestas acerca de cómo trasformar la sociedad.
Los nuevos anabautistas son los converso(a)s que hallaron en el anabautismo principios teológicos identitarios que hicieron suyos y que, además, se esfuerzan en practicarlos.
Moltmann dijo que los anabautistas "fueron el único movimiento de reforma basado únicamente en la fe", porque "los anabautistas rechazaron los fundamentos de la religión estatal cristiana".
La Confesión de Schleitheim fue conocida en círculos anabautistas acompañada de un escrito breve, las Reglas de orden congregacional.
A partir del 15 de mayo de 1527 tiene lugar el juicio contra Sattler, su esposa y los demás anabautistas presos.
Los Artículos de Schleitheim están fechados el 24 de febrero de 1527.
La conversación colectiva y los acuerdos fijados en el documento redactado, conocido como los Siete Artículos de Schleitheim, tuvieron lugar bajo persecución.
Tras el asesinato por ahogamiento de Félix Mantz por parte de las autoridades de Zúrich, 5 de enero de 1527, es claro que los perseguidos debían hacer algo para darle cierta seguridad a la continuidad de su movimiento.
El teólogo anabautista Yoder contribuyó a que emergieran las voces acalladas, selecionando 35 textos de reformadores radicales, quienes se opusieron a las iglesias territoriales dominantes.
En el movimiento de la Reforma radical, las distintas corrientes compartieron el rechazo a las iglesias territoriales, tanto católica como protestantes, pero cada sector mantuvo diferencias hermenéuticas.
Con el bautismo entramos como hermanas y hermanos en la comunidad de los creyentes y públicamente nos identificamos como ciudadanos del Reino de Dios.
Simons perteneció en el siglo XVI a la corriente anabautistas constructora de paz, la cual enfatizó fuertemente que los convertidos en discípulos de Cristo deberían conformar comunidades alternativas a los valores éticos y prácticas dominantes en las sociedades de entonces.
Los anabautistas de Zúrich en 1525 y Estrasburgo en 1534 defendieron vigorosamente la libertad de conciencia y el necesario respeto del Estado a la misma.
El movimiento anabautista, destaca Snyder, fue espontáneo, descentralizado, popular, clandestino y en busca de renovación bíblica y espiritual.
Los principios básicos del anabautismo que Stuart Murray propone en su libro, son siete y los resume de la siguiente manera.
Dada la simbiosis Iglesia oficial/Estado, era inevitable que actos religiosos derivaran, a los ojos de clérigos oficiales y autoridades, en actos que amenazaban la unidad social y religiosa territorial.
Los hermanos Claus y Jacobo Hottinger se involucraron en actividades del círculo encabezado por Ulrico Zwinglio, del que después saldrían para hacer causa común con la célula anabautista.
No solamente Zuinglio, sino otros reformadores magisteriales, comprobaron cómo en el seno de los movimientos que encabezaron surgieron disidentes que sostuvieron críticas tanto al catolicismo romano como hacia ellos.
La organización saca músculo después de la cumbre en Madrid y anuncia la expansión de sus fronteras y una mayor militarización. Diferentes voces del ámbito evangélico y protestante analizan el nuevo escenario.
En condiciones sumamente adversas, Simons no solamente escribió para enseñar y animar a los anabautistas, también lo hizo con el fin de defenderse de sus críticos
El camino seguido por uno de los líderes de la segunda generación de anabautistas, Menno Simons, fue el recorrido por la mayoría de quienes tuvieron liderazgo en las comunidades de creyentes que practicaron conscientemente el bautismo de conversos.
Menno Simons dedicó intensas jornadas a estudiar el Nuevo Testamento, y el resultado fue su ruptura definitiva con la Iglesia católica romana y una toma de distancia de la Reforma.
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