El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Están íntimamente relacionados con las raíces de los pinos y enebros que prosperan en los suelos neutros y básicos.
Todavía no sabemos cómo hizo Dios las primeras células que aparecieron en el planeta azul, pero estamos seguros de que fue Él quien las diseñó con su infinita sabiduría.
No se puede afirmar que los insectos sean inteligentes, sino que, más bien, son hijos del instinto.
Actualmente se conocen sólo siete especies diferentes de tortugas marinas, repartidas por los océanos del mundo. Sin embargo, en el pasado, a finales del período Cretácico, hubo otras de gran tamaño que alcanzaban casi cuatro metros de longitud y que ya se extinguieron
La opción por Dios o por la nada se toma siempre, en lo más profundo del alma humana, mediante la fe en lo uno o lo otro, no por medio de ninguna demostración racional.
Es evidente que en el cuerpo humano y en el de los animales existen estructuras y órganos que son vestigios de nuestro propio desarrollo embrionario y no de la evolución.
Darwin pensaba que la degeneración que evidenciaban tales órganos apoyaba su teoría evolucionista, mientras que refutaba la creación de las especies por parte de un Dios creador.
La interpretación de las eras o etapas es la que mejor refleja la realidad ya que armoniza bien con lo que la ciencia ha descubierto hasta el presente y con lo que refleja una exégesis profunda del texto inspirado.
Es evidente que la fuente de la luz del primer día de la creación era el Sol, que ya había sido preparado por Dios mucho antes.
Sólo Dios puede llamar a la existencia aquello que antes no existía. Sólo Dios puede crear.
¿Alguna vez estuvo la Tierra completamente cubierta de agua? ¿Acaso las ballenas aparecieron primero y después los grandes mamíferos terrestres? ¿Fue el Diluvio realmente un fenómeno universal?
El orden de la creación, el de los días o períodos en que se crea el universo, la Tierra, los mares y aparecen los continentes, las plantas, los animales y el propio ser humano, coincide sorprendentemente con lo que hoy han descubierto las ciencias experimentales.
La reproducción humana constituye un claro ejemplo de interdependencia irreductiblemente compleja entre personas que no puede explicarse mediante el concurso de las solas leyes naturales.
Para que un hombre y una mujer puedan convertirse en padre y madre se requiere que sus cuerpos empiecen a fabricar células sexuales sanas muchos años antes. El proceso se inicia en la pubertad, en cuanto dejan de ser niños.
Para que todo funcione bien, cada molécula u hormona deben estar en su sitio en el momento adecuado y siguiendo un orden preestablecido.
El llamado síndrome de Le Chapelle es una anomalía que afecta a uno de cada veinte mil hombres.
Todos estos mecanismos bioquímicos ligados a la reproducción constituyen un sistema irreductible cuya finalidad es generar varones y hembras fértiles.
¿Cómo veía el Hijo de Dios a los animales? ¿Qué clase de zoología ética y práctica profesaba? Y nosotros, ¿cómo deberíamos verlos también hoy?
El sistema inmunitario humano es como una orquesta perfectamente armónica e interconectada.
El sistema de complemento actúa única y exclusivamente allí donde se requiere y en el momento más adecuado.
Nuestro cuerpo posee fundamentalmente tres mecanismos defensivos: la piel, el sistema inmunitario innato y el adquirido o adaptativo.
El oído es como un sofisticadísimo transductor o sensor que hace lo mismo y envía dichos impulsos eléctricos al cerebro para que sea éste quien los interprete adecuadamente.
Se dice que un creador inteligente jamás habría hecho un ojo como el nuestro ya que algunas de sus células están dispuestas precisamente al revés de lo que deberían estar.
Un sistema así requiere de numerosas partes muy especializadas, bien organizadas y coordinadas entre sí con precisión para lograr una alimentación eficaz.
La coagulación sanguínea es un complejo mecanismo bioquímico que está minuciosamente controlado para funcionar únicamente cuando es necesario y en el lugar concreto.
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