El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
En condiciones sumamente adversas, Simons no solamente escribió para enseñar y animar a los anabautistas, también lo hizo con el fin de defenderse de sus críticos
Hablar de pecado o de pecadores no tiene mucho sentido hoy para muchos. Piensan que eso es asustar a los hombres y alejarles de un optimismo que, quizás, la Biblia no tiene.
El camino seguido por uno de los líderes de la segunda generación de anabautistas, Menno Simons, fue el recorrido por la mayoría de quienes tuvieron liderazgo en las comunidades de creyentes que practicaron conscientemente el bautismo de conversos.
En la Biblia nunca se aprueban ni los orgullos ni las prepotencias, pero, curiosamente, muchas veces hay religiosos que los potencian en sus oraciones.
El nacimiento de Menno fue en 1496, en Holanda. Sus padres lo ingresaron, a los nueve años, en el monasterio franciscano de Bolsward.
Desde el punto de vista estrictamente acumulador de riquezas, no resulta muy deseable leer el texto bíblico, aunque busquemos mil subterfugios y recovecos para no ser interpelados.
Menno Simons dedicó intensas jornadas a estudiar el Nuevo Testamento, y el resultado fue su ruptura definitiva con la Iglesia católica romana y una toma de distancia de la Reforma.
¿Tenemos los cristianos elementos suficientes para trabajar sobre una pastoral del mercado?
¡Que venga tu Reino, Señor, y el mundo pueda ir conociendo tu justicia!
Los símbolos despiertan fuertes emociones en una sociedad con una creciente diversidad religiosa.
La luz de Dios que quiere iluminarnos es un mensaje de posibilidades de cambios, de nuevas iluminaciones, de nuevos valores, de diferentes etilos de vida.
Ningún tipo de palabrería inactiva puede estar en el centro del Evangelio. Los que la practican están edificando su casa sobre la arena.
Los valores del Reino no están solo para proclamarlos, sino para vivirlos e impregnar todas las capas sociales, culturales, económicas y políticas con ellos.
Vivir y potenciar la interculturalidad se debe dar de manera necesaria, importante y urgente y, de forma clara, se debe reflejar en la evangelización del mundo.
Las líneas de pensamiento honesto y respetuoso que no atacan a los fundamentos de la fe y del cristianismo, son una bendición o, en su caso, pueden ser una bendición para todos.
El cristiano no puede tener una ética intramuros de las iglesias y otra cuando se encuentra inmerso en las realidades temporales, sean políticas, sociales o económicas.
A veces, enterramos nuestros talentos bajo velos religiosos, pero insolidarios y de espaldas hacia aquellos que necesitan que los trabajemos.
En alguna manera, no interesamos al mundo porque nuestra forma de vivir la vida cristiana nos hace aparentar una retirada del compromiso con el hombre.
Es posible que la experiencia que ha tenido Europa con el Evangelio, no solo haya sido un tanto mutilada en cuanto a los valores del Reino, sino que, quizás, también se le podría llamar un tanto inhumana.
Recordamos y celebramos la Reforma Protestante en sus consecuencias, como el reconocimiento de papel de la mujer en nuestra sociedad.
No en vano Lutero tuvo que dedicar seis de sus 95 tesis a rebatir el tema de las indulgencias y los excesos verbales de Tetzel.
Amamos la comodidad dentro de las cuatro paredes de nuestra iglesia mientras que, insolidariamente, damos la espalda al grito y al gemido de los pobres y excluidos de la tierra.
Para ese extraño y maldito dios de las riquezas, no existe ni valora el ser. Está embotado en el mundo del tener.
El fuerte y egoísta individualismo que vivimos en la sociedad, nos lleva también a vivir la espiritualidad cristiana solamente entre un Dios bueno y nosotros.
Con su difusión de la obra y persona de Casiodoro de Reina, el Ayuntamiento ha contribuido a restaurar y sanar la memoria.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.