El culto: venid luego, no antes

¿Por qué ese “venid luego” de Isaías y no antes? Si vamos antes de ciertos requisitos cúlticos cuando ofrecemos culto a Dios existe la posibilidad de que Él cierre sus oídos, esconda su rostro para ver nuestras manos levantadas y que nuestras oraciones y alabanzas no sean escuchadas sino que suenen a los oídos de Dios como metal que resuena o címbalo que retiñe, nos podríamos preguntar que cuáles son las causas de este desastre, de ese rechazo de Isaías inspirado por Dios que nos ordena venir luego. “Venid luego”, no antes, sería la recomendación divina a través de su profeta Isaías.

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Se puede dar la situación farisaica de que estemos hablando con nosotros mismos, orando sin que nadie excepto nosotros nos escuche, donando sin que nadie acepte nuestra ofrenda, haciendo genuflexiones y lanzando aleluyas que nadie escucha. Hemos ido demasiado pronto olvidando requisitos esenciales. Tenemos que salir corriendo y volver de nuevo. ¡Venid luego, venid luego! No puedo aceptar vuestro culto, diría el Altísimo a través de su profeta. Podemos estar anulando nuestro culto a Dios.

Causas de tener que venir luego y no antes: Aunque lo hayamos olvidado, si intentamos hacer o dar culto a Dios sin antes estar reconciliado con el hermano, sin haber buscado o hecho para él justicia, si no somos capaces de restituir al agraviado ni practicar misericordia, estamos eliminando la posibilidad de dar culto a Dios. Éste será algo vano y una molestia para los mismísimos oídos del Altísimo. ¡Hay que venir luego, hay que venir luego! Sin estos requisitos el culto será anulado, no oído, no contestado en nuestras plegarias… vano.

A veces no pensamos nunca en esto ni como iglesias ni como familias ni como creyentes en nuestro ámbito individual. Por eso el culto debe ser retrasado para que no se invalide por falta de la escucha de Dios ¿Por qué metemos en el baúl de los recuerdos textos bíblicos que parecen que están interpelando a nuestras conciencias? ¿Es que, acaso, hay condicionantes del verdadero culto? Pues sí, hay condicionantes del auténtico culto a Dios. Si éstos faltan, hay que dejar el culto y volver más tarde cuando estemos reconciliados con el hermano.

Hay que venir luego porque, aunque parezca curioso, en muchos casos consideramos prioritario, asumimos como Teología Primera, cosas como la alabanza, la oración, la escucha de la Palabra, la ofrenda y el gozo de intentar estar en contacto con el mismo Dios, pero nos olvidamos de la búsqueda de la justicia y de la práctica de la misericordia, nos olvidamos del prójimo tirado al lado del camino. Esto último muchos de nosotros lo consideramos como Teología Segunda, pero Dios no. Para Dios la relación con el prójimo al que hay que hacer justicia y sobre el que nos debemos volcar misericordiosamente es esencial para el culto. Auténtica Teología Primera si queremos llamarlo así.

“Venid luego”, porque no hay ritual válido ni que Dios escuche que no pase antes por este requisito esencial. La razón nos la diría Jesús mismo, porque el amor a Dios y el amor al prójimo están en relación de semejanza.

Hay veces en las que tiene que sonar el “Venid luego” porque eso que consideramos una Teología Segunda y que está en relación con el compromiso con el prójimo, con la búsqueda de justicia, con la acción social evangelizadora, con el intento de la eliminación de la pobreza y con la práctica de la misericordia, es un condicionante imprescindible para el auténtico ritual. Si fallamos en esto, se da el culto de una forma vana y vacía y Dios cierra sus ojos y sus oídos ante ello.

Por eso Dios puede exigirnos el “Venid luego” y puede clamar así ante la incomodidad y ruido molesto de nuestros cultos o rituales: “Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré”. Leed, por ejemplo, el capítulo completo de Isaías cap. 1 que, en el fondo, está en línea con la afirmación de Jesús de que no vayamos a dar culto nunca sin estar reconciliado con el prójimo, con el hermano. Sin cumplir este condicionante es imposible un culto a Dios que no acabe siendo para Él una simple molestia y ruido inútil.

Aceptemos, pues, el “Venid luego” y no antes, porque Dios puede rechazar el culto y considerarlo algo vano y molesto, si falta algo tan esencial como esto: “Aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda”. ¡Qué curioso que los condicionantes del culto estén en relación con la necesidad que tenemos de buscar justicia, amparar al desvalido y al pobre, practicar la misericordia y restituir al agraviado, al despojado de dignidad, al oprimido!

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¡Venid luego, venid luego! ¿Es que, acaso, no sabéis que parte del auténtico ritual es también, junto a la búsqueda de justicia, algo tan simple como que “partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano? La omisión de estos mandamientos afecta al verdadero culto, al auténtico ritual.

Tened en cuenta lo que dice la Palabra en relación con el culto acepto por Él: “Aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego”. “Venid luego” a practicar el verdadero ritual. No antes. No, no vengáis antes. No molestemos a Dios en vano.