El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Cuatro conceptos: respeto, pluralidad, acogida y diálogo sin prepotencias. Estas son las bases de las danzas entre las culturas.
Expresamos nuestra denuncia contra las estructuras de pecado injustas que se mueven como una red que atrapa a tantas mujeres de entre las débiles del mundo.
Necesitamos tener una identidad que esté enraizada tanto en la línea vertical de relación con el cielo, con el más allá, con Dios y que, a su vez, esté enraizada en la tierra, en los entresijos de ayuda al prójimo.
En la espiritualidad cristiana el rostro de Dios y el de los hombres están interrelacionados.
¡¡Ay, ay, ay de todos nosotros si seguimos una simple religiosidad de cumplimiento, pero falta de misericordia.
Muchos nos sentimos seguros en nuestros refugios eclesiales y apenas salimos al mundo.
Lo considerado indigno, lo percibido como diminuto, lo pequeño, lo no válido puede llegar a avasallar a lo grande, digno e importante según el mundo.
Los pies del evangelista Lucas echaban sus raíces en el suelo sin dejar por ello de mirar al cielo.
No miréis sólo hacia arriba mutilando el Evangelio e impidiendo que los valores del Reino se esparzan por nuestro suelo.
Iglesia en el mundo: Canta, recita, predica este Cántico, no tengas temor de luchar contra toda injusticia y de ponerte del lado de los sufrientes, de los pobres de la tierra.
Dios quiera que el año 2015 sea un año en el que los creyentes comprometidos alcen sus voces proféticas denunciando toda situación injusta y promocionando los valores de justicia del Reino.
El Señor siempre viene en nuestra ayuda y nos lanza un mensaje de apoyo: “No temáis”.
El belén español rompe diferencias y no le importa que buey y asno aparezcan cerca del pesebre. Los seres vivos, tanto animales como los humanos, deben estar en plan de igualdad, juntos ante el Dios naciente.
Mirad la Corona de Adviento. Os indicará que el Señor se acerca para habilitaros como agentes del reino, agentes de liberación como debe ser todo discípulo del Señor.
Estamos en Adviento, en los preludios de la Navidad, y Dios se acerca.
La caridad bien entendida, como vía de mostrar el amor al prójimo, debe ser un camino que, casi sin buscarlo o pensarlo, nos va a conducir a la búsqueda de la justicia.
¿Tan necios somos los humanos, los cristianos, que aún no nos hemos dado cuenta que Dios es el gran ausente, el gran oculto y mudo cuando estamos de espaldas al dolor de los pobres y oprimidos?
Cuando contemplamos la injusticia en el mundo casi nunca pensamos en que nuestro propio pecado puede tener una proyección social en injusticias y violencias.
Tengamos cuidado de no mirar a Dios a través de un prisma distorsionante ensuciado y teñido por los valores del mercado y de la sociedad de consumo.
Pregúntate con sinceridad ante Dios, si es que dices ser su segador: ¿De quién es y a quién pertenece lo que te sobra?
¿Volveremos a ver una vez más gente triste deambulando, desempleados y al margen de los caminos de los integrados construyendo carriles de soledad?
No se puede evangelizar ni anunciar la llegada del Reino, si no asumimos sus valores entre los que están que los últimos serán los primeros.
Desde el individualismo podemos llegar a pensar solamente en “mi Dios” y no en el “Padre nuestro”.
Cuando dignificamos, cuando servimos, cuando clamamos por justicia... estamos revalorizando la creación cuya cumbre está en el momento en que Dios formó al hombre. Es lo que va a autenticar nuestra proclamación.
¡Misericordia, misericordia!, sería la palabra base de su teología.
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