Ladrones de vida

A los pobres les están robando la vida, los están hundiendo en la infravida, los están mandando al no ser de la marginación y exclusión social, les están matando sus expectativas. La pregunta sería ésta: ¿Quiénes son estos ladrones? ¿Quiénes son estos miserables que envían al mundo del no ser, de la no vida a tantas personas? De todas maneras no vamos a preguntar mucho, no sea que el dedo acusador acabe apuntándonos a algunos de nosotros.

Es muy fácil ver en esos ladrones a todos aquellos acumuladores del mundo que, en su necedad, agrandan sus graneros sin saber responder a la pregunta de para quién va a ser todo lo que están acumulando, cuando la guadaña de la muerte también pende sobre sus cabezas. “Lo que has almacenado, ¿de quién será?” dice el texto bíblico a la vez que llama a estos que acumulan desmedidamente calificándolos de tontos, de necios, de insensatos, de egoístas.

La vida de muchos les está siendo robada ante la mirada del mundo que aún se atreve a idolatrar a aquellos acumuladores que guardan en sus graneros y cuentas corrientes infinitamente más de lo que pueden necesitar. La frase de Jesús “El pan nuestro de cada día dánoslo hoy”, no la entienden. Su mente traspasa el hoy, el momento en el que viven y se lanzan a pensar en un futuro en el que ellos, ya no van a vivir. ¿De quién será todo lo almacenado? ¿Qué utilidad va a tener todo lo robado?

Ladrones que están negando la vida y la solidaridad entre los hombres, niegan el amor y la preocupación por el prójimo. No saben que vivir pensando que la vida consiste en la abundancia de los bienes que se poseen, les hunde también en el otro extremo de la infravida, de la muerte por una locura necia e insolidaria.

Decíamos al inicio del artículo que tengamos cuidado no sea que el dedo acusador nos pueda apuntar a nosotros. Eso puede ocurrir si nos hacemos cómplices con nuestros silencios, si somos incapaces de compartir o renunciar a nuestro bienestar de excesivo consumo a favor de otros, si tenemos estilos de vida insolidarios de espaldas al grito de aquellos a los que se les está robando la vida.

Dios no creó, para nada, un mundo en el que tantos millones de personas se queden en la infravida, en el no ser de la exclusión social como un sobrante humano que no se necesita para nada. No. Los ladrones de vida han desequilibrado el mundo. Los ladrones de vida desequilibran el mundo. Los ladrones de vida hacen que lo que la tierra produce no sea para todos en un plan de mínima igualdad que evite el hambre, la miseria y la pobreza en el mundo. Los ladrones de vida son aquellos contra los que la Biblia lanza sus “ayes” como el que dice que “ay de los que acumulan casa a casa y heredad a heredad hasta ocuparlo todo”. Y Dios les hace una pregunta: ¿Acaso pensáis que la tierra es vuestra”.

Sí. Hay ladrones de vida en el mundo. Es como si el mundo hubiera caído hace tiempos inmemoriales en manos de ladrones y la dinámica de la historia fuera incapaz de parar este escándalo que se acentúa cada vez más. ¡Ladrones! Vosotros sois lo que causáis los grandes desequilibrios económicos, los que cometéis los robos y los despojos, los que hundís a gran parte de la humanidad en la infravida.

Ladrones de vida que dictan sentencias de muerte continuamente condenando a morir bebés, niños y adultos. Adultos que, en muchos casos, no llegan a disfrutar de largura de días, de una vejez digna porque se debilitan o mueren antes de tiempo. Se les ha condenado con antelación, quizás antes de morir. En muchos casos su única fuente de alimentación son los basureros que comparten con aves carroñeras o con perros famélicos. Los han condenado a muerte de forma injusta e insolidaria.

¿Acaso no podría haber en el mundo posibilidades de vida digna para todos? ¡Cuántas renuncias a comodidades inútiles y a consumos vanos habría que hacer! Quizás comenzando por nosotros mismos. El mundo necesita un cambio de valores y es una pena que los cristianos, sabiendo cuáles son esos valores y conociendo las parábolas del Reino, no sepamos ponernos en la brecha a trabajar para que muchos últimos sean puestos en los primeros lugares aunque tuviéramos que hacer grandes renuncias.

El seguimiento al Maestro implica mucho. Bastaría recordar el caso del joven rico que quería seguir a Jesús y no puco porque estaba aferrado a sus muchas posesiones. Quería tener todo en el cielo y, a su vez, todo en la tierra. Quizás es que eso sea imposible en el seguimiento de Jesús. Ese joven rico se fue triste. Se quedó con su riqueza y con su tristeza. O sea, se quedó también en el otro extremo de la infravida, acariciando la guadaña de la mismísima muerte. Ladrón de vida, tanto de la de otros como de la suya misma.

Cristianos que clamamos por la vida abundante, cristianos que deben mirar a la tierra contemplando el amor al prójimo como semejante al amor que hay que tener a Dios: Debemos ser sensibles a esta infravida que se da entre tantos despojados de nuestra historia presente, sensibles a la infravida, sensibles al no ser de la exclusión social… como lo fue el Maestro al que dices seguir. Si no, no creas que para ti va a ser más fácil el seguimiento a Jesús que lo fue para el joven rico de la parábola. Seamos valientes y aceptemos el reto. Quizás sea la única forma de ser felices en este mundo tan lleno de desequilibrios e imperfecciones.