El ritual secundón

Id, venid, aprended. Comprobadlo en la Palabra. El ritual pasa a segundo plano. ¡Paso a la misericordia! Jesús quiere que sepamos lo que significa un acto de misericordia en contraposición a los sacrificios, a los rituales.

Me gustaría hoy interpretar los actos de mesa compartida del Maestro, de comensalidad de Jesús con los publicanos y pecadores, como actos de misericordia para con aquellos que eran marginados por otros que se consideraban justos. Jesús se sitúa con esto por encima de todo ritual, sin que nosotros queramos quitar lo que de importancia tiene todo ritual religioso. Lo que se nos quiere enseñar es que hay algo que está por encima.

Id, venid, aprended. Jesús se situaba por encima de los actos rituales como los sacrificios u otros actos que pretendían ser cúlticos. Se eleva sobre todo esto  practicando la relación con aquellos considerados pecadores y proscritos por otros que, quizás, se consideraban puros. Quizás estaba ya practicando la definición de religión que nos da Santiago en que lo primero que nos pone delante de los ojos a aquellos que tienen tribulaciones, pobreza, soledad.

Id, venid y aprended. Jesús se eleva sobre nosotros impregnado de misericordia, cuando llamaba a uno de estos de mal nombre para comer con él en su casa. Es el caso de Mateo, publicano, pecador, tildado de pecador. Un acto de misericordia: El llamamiento de Mateo por parte de Jesús.

Id, venid, aprended. ¡Qué curioso! Muchos de los autoconsiderados puros y adictos al ritual, se quedaron sin ese llamamiento que tuvo un pecador en el banco de los tributos. Jesús le llamó y se fue a comer a su casa.

Id, venid, aprended. Trastoque de valores. Con esto Jesús ponía, en nombre de la misericordia, muchos de los valores religiosos que ponían al ritual por encima del hombre. Nos estaba hablando del lugar secundón del ritual con respecto al mandamiento de projimidad. Jesús llamó a un pecador, un publicano al que sacó del banco de los tributos, y se fue a comer con él a su casa. En el llamamiento de Jesús por parte de Mateo.

Id, venid, aprended. Muchos vendrán a criticar la puesta en vanguardia de la misericordia con respecto al ritual, pero otros, curiosamente muchos de ellos proscritos y considerados y tildados de pecadores por los autoconsiderados justos, acudirán en masa iluminados por el gesto de misericordia de Jesús. Se da una comida comunitaria con proscritos, pobres y pecadores. Muchos observarían de forma crítica.

Id, venid y aprended. La misericordia de Jesús se convierte en acogida de los pecadores y proscritos, de los clasificados como pecadores con los que los judías no comerían nunca. Sólo podían comer con aquellos que también se podrían casar. Marginaban, excluían. Mientras criticaban al Maestro, se encontraron con esta frase que el Dios humanado les lanzó: “Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero y no sacrificio”.

Id, venid y aprended. Se nos reta a practicar la misericordia por encima del cualquier ritual. Misericordia en forma de mesa compartida con los proscritos y tachados de pecadores. Hay que rechazar el ritual de los religiosos inmisericordes, de los que pasan de largo ante el apaleado al lado del camino, el que se hace el sordo ante el grito del marginado, del excluido.

Id, venid, aprended. “Aprended lo que significa”. Si no lo aprendemos, seguiremos contraponiendo nuestros rituales y los ritos religiosos en nuestra vivencia de la espiritualidad cristiana. No habremos aprendido. Nos quedaremos presos del rito religioso y seremos incapaces der pasar a la acción misericordiosa. No habremos comprendido la prioridad y la importancia de la misericordia frente al rito.

Id, venid, aprended. La práctica de la misericordia exige tiempo compartido con aquellos que han quedado tirados al lado del camino. La práctica de la misericordia es acogida incondicional. La vivencia de la espiritualidad cristiana no es un simple pietismo que se bautiza en el ritual dominical. Es la fe actuando por el amor. Esto es lo prioritario y debemos renunciar y posponer todo ritual que nos impide la práctica de la misericordia. “Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero y no sacrificio”.

Id, venid, aprended. Si no, vuestro ritual no va a llegar a los oídos del todopoderoso. Además, viviremos vuestro ritual en forma crítica contra aquellos que quizás nosotros mismos consideraremos como pecadores y con los que no hay que relacionarse. Eso daría al traste con la idea de mesa compartida en el sentido que la hace Jesús, daría al traste con cualquier idea bíblica de acogida del prójimo necesitado.

Id, venid y aprended. Aprendamos del Maestro. Sus estilos de vida, sus prioridades, sus formas de relacionarse, sus formas de acercamiento al prójimo despreciado por muchos de los religiosos. No caigamos en el más grave error que cayeron los religiosos de la época de Jesús: Quisieron corregirle, criticaron sus comidas comunitarias, sus relaciones con los proscritos y pecadores… Eran sólo fachadas religiosas que anteponían el ritual a la práctica de la misericordia.

Id, venid y aprended. Esto es lo que puede enriquecer la obra social evangélica, el concepto de la misión diacónica de la iglesia, la evangelización. “Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero y no sacrificio”. Debemos ser discípulos e imitadores del Maestro.