Año 2016. Un nuevo principio. Como si en alguna manera nos reseteáramos. Necesitamos que llegue y celebrar la noche vieja como quemando lo anterior renaciendo de nuestras cenizas. ¡Que venga un nuevo ciclo para ver si las cosas cambian!
¿Te gustaría que el tiempo fuera plano, sin principios ni fines, aunque estos sean artilugios para orientarnos, para no caer en el aburrimiento, para no cansarnos o acabar volviéndonos dementes que no encuentran sentido en lo plano y lo lineal?
Parece que el hombre necesita cambios, inicios, fines, puntos de referencia. Son como anclajes mentales para no desorientarnos y perdernos en lo oscuro y misterioso del tiempo infinito.
Año 2016. Un nuevo principio. Es como si en alguna manera nos reseteáramos. Necesitamos que llegue y celebrar la noche vieja como quemando lo anterior renaciendo de nuestras cenizas. ¡Que venga un nuevo ciclo para ver si las cosas cambian!
¡Hagamos proyectos nuevos como si estuviéramos renaciendo a una nueva vida! Es como si el tiempo nos diera una tregua para que comenzáramos de nuevo.
Los años pasan. Todo parece falso e irreal. El paso del tiempo sigue y sigue. Incluso nosotros lo contemplamos en nuestros artilugios mecánicos, los implacables relojes que nunca se paran. Aunque uno se rompa, tenemos muchos otros cercanos que nos marcan que el tiempo pasa, que no se detiene, que pasan las horas, los días, los años… las vidas. Moriremos. Es algo inexorable.
Ha llegado el año 2016. ¡Que paren el tiempo!, dirían algunos dando muestras de ignorancia o de desesperación. Es imposible. Caminamos sin poder parar. Nunca llegaremos y, si alguna vez llegamos, es que para nosotros se ha acabado el camino. ¡Agarrad el tiempo, que no pase! ¡Haced algo!
Nuestros antepasados hablaban del eterno retorno de todas las cosas. Era su forma de que nada desapareciera, de que el maldito tiempo no quemara todo en su horno de fuego eterno.
¡No os preocupéis! Las cosas volverán. Se dará el eterno retorno de todo en ciclos que giran y giran devolviéndonos el pasado. Es como si el hombre necesitara la garantía de eterna memoria. Así, pues, no esperéis muchas novedades en el año 2016. Lo que será, ya ha sido.
Es verdad que hay un ciclo eterno de cosas que pasan y pasan, que mueren y se destruyen, que acaban, que desaparecen. Algunos dirían que no para siempre. Que vuelven y vuelven. Un eterno ciclo de cosas que pasan para volver otra vez. ¿Habrá un eterno retorno de todas las cosas? ¿Será todo como una rueda que gira y que nos va indicando que lo que pasa ya fue, que vuelve para desaparecer y retornar de luego una vez más?
¡Cuántas elucubraciones, Dios mío, para no caer en la angustia vital, en la angustia existencial, en el sinsentido de todo! El ser para la muerte que diría el filósofo Heidegger.
El libro del Eclesiastés, en su planteamiento de las cosas desde la sabiduría humana, también participa, de alguna manera, de la idea del eterno retorno de todas las cosas: “¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará”
El año 2016 ha comenzado. ¿De qué sirve pensar que lo que es yo ya fue, que lo que ha de ser fue ya? Son los enigmas del tiempo. Todo gravita sobre el hombre. Nuestra vida es más breve que los ciclos de esa rueda misteriosa que gira y gira hablándonos del eterno retorno de todas las cosas.
Nuestro pasado no se ha ido para volver de nuevo. Yo creo que la realidad del hombre es que todo su pasado gravita sobre él dándole identidad y sentido. La mochila del pasado no nos la podemos quitar de encima así porque sí. Ahí está y no se quiere ir a ningún sitio.
El 2016 traerá su mochila. El pasado en retención está sobre el presente condicionándolo muchas veces. No vivimos solamente el presente, sino que lo vivimos teñido, cubierto por el manto del pasado, un manto que puede estar sucio o limpio, que puede estar lleno de giritos o sufrimientos y, en el mejor de los casos, lleno de luces brillantes que nos recuerda alguna que otra alegría que, quizás, algún día fuimos felices.
El pasado gravita sobre el presente y no podemos fácilmente deshacernos de él. Tenemos que intentar redimirlo en el presente, hacernos amigo de esa pesada mochila y aceptarla como nuestro compañero de viaje.
Otro fantasma para el 2016. Sí. Tenemos en el presente otro fantasma que pesa como un saco de sueños. Otra mochila que condiciona nuestro presente y que puede zarandearlo dándole fuertes bandazos. Es el futuro. Sí. El futuro también gravita sobre el presente en forma de proyectos, de sueños, de deseos, de objetivos que queremos alcanzar.
Tenemos así, un presente problematizado que no podrá redimirse solamente con la llegada de un nuevo inicio, el simple cambio que nos traerá esa nueva referencia que es el año 2016. En nuestras vidas tan finitas de nuestros noventa años que vamos a vivir, más o menos, no se va a dar el eterno retorno de todas las cosas. No. No se va a dar porque el pasado nuestro lo llevamos en una mochila acompañando al presente y sin que se vaya definitivamente. Y si no se va, tampoco tenemos que esperar que vuelva.
Quizás el que está regresando continuamente sea el futuro. Un futuro que también nos agobia y oprime en el presente. Depende de cómo nos lo planteemos. La verdad es que lo que nos pasa, nuestro pasado, lo que pasa en general, no desaparece para siempre. Leed el Eclesiastés. Así, hay que tener cuidado. Tanto el pasado como el futuro podrían agobiarnos. Ambas mochilas pesan demasiado.
Tu solución para el nuevo año: La única solución es pararnos ante la cruz e intentar dejar allí nuestras mochilas. Sí. Al pie de la cruz para que el crucificado nos ayude a saber llevarlas con sabiduría y de forma positiva. Algún día llegaremos al final cuando nuestro río desembocará en el gran mar. Lo ideal sería que cuando llegáramos allí fuéramos reconciliados con el tiempo, con nuestro pasado y con nuestro futuro, con ese presente que lo engloba de alguna manera todo en forma de experiencia retenida o de proyecto o sueño a cumplir.
Mientras, comencemos ya a caminar por el año 2016 sin renunciar a nada, portando nuestras mochilas. Es posible que algún sentido nos pueda dar también el pensar que quizás haya ese eterno retorno de todas las cosas, esa rueda que gira y que nos va trayendo lo que ya fue. Y dejemos al Señor que Él vaya restaurando todo lo que pasó a la vez que va orientando lo que todavía no es y será en nuestras cortas vidas. ¡Feliz año 2016!
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