El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Estar rodeado de cristianos y usar un lenguaje cristiano no es suficiente. Sin una relación personal y vital con Cristo, simplemente el cristianismo está echando humo.
Los cristianos siguen mirando con sospecha a “sus satánicas majestades”, pero ¿qué “diablo” es aquel por el que tienen “simpatía”?
Existe una seria anomalía en la condición humana a la que la Biblia llama pecado y tiene que ver con errar al blanco, transgredir los límites, no acertar.
Cuando se ama lo que Dios ama, tal amor es deseable y cuando se ama lo que Dios odia, tal amor es detestable.
Recuerdo la primera vez que leí la historia de Eliseo y su reacción cuando le llamaron calvo: me quedé anonadado. Por Jesús Guerrero Corpas.
En estos juicios de valor tan distorsionados somos capaces de llamar a lo malo bueno y de justificar lo indigno, o incluso lo injustificable.
Desde la caída del ángel Satanás, lo demoníaco constituye por antonomasia la amenaza que acecha al hombre.
Muchos católico romanos (y también muchos observadores no católicos), están perplejos, si no consternados, por un Papa que parece decir y no decir, argumentar a favor de algo y socavarlo, afirmar una posición y contradecirla al siguiente suspiro.
Los oyentes resistían a Jesús con argumentos que tenían por ortodoxos; pero sin darse cuenta de sus propias falacias.
La cita con el pecado llega a parar en la muerte, aunque realmente su estación término es el infierno.
Hablar de pecado o de pecadores no tiene mucho sentido hoy para muchos. Piensan que eso es asustar a los hombres y alejarles de un optimismo que, quizás, la Biblia no tiene.
Somos seres de contrastes. Eso, a veces hace que perdamos de vista la condición que tiende a dominarnos.
A veces se subestima el concepto de pecado y se trata como algo demasiado general y abstracto, perdiendo así un amplio espectro de matices.
La sonda de Dios descubre el pecado en ojos, corazón y pensamientos, de manera que su dictamen es: la maldad está en el interior.
El pecado es una forma incomprensible de locura. Y esto se pone claramente de manifiesto al observar qué hace el ser humano llevado o dominado por el pecado.
El pecado es un virus contagioso, es una carcoma que destruye todo nuestro ser tripartito.
El anhelo por encontrar una justicia propia sigue siendo uno de los pasatiempos preferidos de la humanidad. La cuestión es que siempre depara una conclusión dolorosa.
A veces, parece que el ser humano es único en generar sus propios problemas y desarrollar después unas expectativas que no se corresponden en absoluto con la gravedad de la situación.
Lo malo no precisa esfuerzo para crecer; lo bueno necesita mucho. Esa es la simple, pero profunda, lección que nos brinda el campo.
Estamos afectados por la más terrible de las enfermedades, se llama pecado y nos conduce a la muerte eterna. Pero hay una gran salida, se llama Jesús.
Iniquidad es esa injusticia o maldad tan arraigada que no se siente como tal. Un artículo de Jonatan Serrano.
La anarquía que precede a la tiranía está en camino, y a menos que la gente se vuelva a Dios y ponga su confianza en el Señor Jesucristo, este mundo no tiene solución.
Sereny quiere entender el origen del mal. Acepta su realidad, cosa que otros muchos niegan, pero no comprende su universalidad.
El corazón humano puede aparentar humildad, cuando el orgullo es quien está agazapado; puede pretender sinceridad, si bien la doblez anda escondida en sus repliegues.
La fe era para ella un deseo de escapar de sí misma. ¿Quién no ha querido escapar de sí mismo?
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