El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
La ceguera de George Matheson le llevó a escribir algo infinitamente bello que nos hace acercarnos al amor más grande que pueda existir, el de aquel que dio su vida por la nuestra.
Algunos lo comprenden cuando ya han pasado demasiados años; otros terminan su vida, incluso, sin querer reconocer que sin amor no somos nada.
A pesar del mal existente, la creación sigue alabando a Dios y evidenciando su infinita inteligencia.
Hasta que un día Eva dijo a Adán “tenemos que hablar”.
No hay prepotencia que valga, no necesitamos “pendencieros cristianos”, no hay humillaciones que dignifiquen a nadie, no hay desprecios al hermano que edifiquen.
Es bueno recordar, especialmente en esos momentos en los que podemos observar la crudeza de nuestro propio ser, lo que dice la Biblia sobre el amor de Dios.
Amar intencionalmente es un acto de testimonio evangelistico supremo.
Si buscamos en la vida, como Monroe, nuestra identidad y realización en el trabajo o una relación amorosa, para conseguir autoestima, seguiremos siempre frustrados.
Leo en las manos de Cristo lo que soy, una marca de dolor que él lleva muy cerca y a la cual no mira con desaprobación.
Cuando se ama lo que Dios ama, tal amor es deseable y cuando se ama lo que Dios odia, tal amor es detestable.
Pido a Dios que me ayude a, no solo sentir, sino demostrar el amor que llevo dentro.
Deberíamos amar absolutamente a nuestro prójimo, pero es importante pensar en lo que realmente significa eso.
Cuando más le dolía el corazón, George se retiró un momento a un lugar aparte: oró y decidió entregar por completo su “inútil” vida a Dios. En muy pocos minutos compuso el poema que ha sido la inspiración de miles de personas en todo el mundo.
Le respetó y temió a partes iguales, era su padre, y siguió creciendo sano con el pan servido.
El Evangelio es siempre una respuesta contracultural y transformadora, poderosa en el amor. Esta nos convoca a hacer de la vida personal y familiar, comunitaria y global, un caminar hacia el mundo nuevo de Dios, detestando toda violencia y procurando siempre la justicia y la paz. Por Osvaldo Mottesi.
Alzamos nuestras voces al unísono para interceder por quienes sufren. Pedimos al Padre que doblegue los corazones duros y los vuelva sensibles.
El anhelo humano de ser querido a menudo excede los límites naturales para convertirse en una idolatría. Buscamos un romance que trascienda nuestra vida y le de significado.
Me acuerdo perfectamente de la analogía que se utilizó en nuestra boda: dos ríos diferentes entre sí, que un día unen sus aguas para siempre.
Nuestra identidad no está en el pasado, está en nuestro origen, en las manos del alfarero.
Las Escrituras nos muestran que los magos buscaban un Rey que había nacido, y le encontraron, un niño.
El escritor ruso Turquénef, comentarista del Quijote, llama quijotescos a los hombres que a todo se arriesgan por amor, fracasen o triunfen.
Última parada en este canto de amor, donde no hay que buscar simbolismos escondidos, sino entender cómo el libro desgrana el sentimiento humano del deseo.
Tres líderes evangélicos suizos hablan sobre las tensiones causadas por visiones opuestas. El diálogo respetuoso ha sido hasta ahora la única manera de mantener la unidad.
Seguimos explorando el cántico sobre el amor en la Biblia, viendo de qué forma también aparecen decepciones y desencuentros.
El Cantar de los Cantares, libro de amor por excelencia, ha sido la gran inspiración de muchas canciones de la música popular.
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