Amor hasta el fin del fin

Me  emocionó y me enamoró cuando escuché siendo muy niña, la canción y la historia mundialmente conocida de George Matheson: Oh amor que no me dejarás, nacido de su testimonio, y el desgarro de su corazón cuando la que iba a ser su esposa lo abandonó.

Al conocer el terrible diagnóstico de George, quedaría ciego por completo, ni siquiera supo darse cuenta que aquella ceguera sólo afectaría a sus ojos físicos.

Aquello fue devastador y lo llevaron a escribir algo infinitamente bello que llega hasta nuestros días y nos hace acercarnos a todos, del mismo modo que hizo él, al amor más grande que pueda existir, el que jamás nos va a abandonar, al de aquel que dio su vida por la nuestra.

 ¡Oh Amor  que no me dejarás!

Descansa mi alma siempre en ti,

es tuya y Tú la guardarás,

y en el océano de tu amor,

más rica al fin será.

 ¡Oh Luz que en mi sendero vas!

Mi antorcha débil rindo a Ti,

su luz apaga el corazón;

seguro de encontrar en Ti,

Más bello resplandor.

¡Oh Gozo que a buscarme a mí!

Viniste con mortal dolor,

tras la tormenta el arco vi;

y ya el mañana, yo lo sé,

Sin lágrimas será.

 ¡Oh Cruz que miro sin cesar!

Mi orgullo, gloria y vanidad,

al polvo dejo por hallar

la vida que en su sangre dio,

Jesús, mi Salvador.

Pero no es conocida por todos otra bellísima canción nacida también de su pluma… Bendiciones ignoradas; en ella, Matheson echa sus ojos físicamente ciegos hacia atrás, hacia el camino recorrido; medita, recuerda …. algo que personalmente me encanta realizar, y poder ver en todo mi camino recorrido la mano del Señor trazando, guardando, guiando…  y muchas veces descubriendo muchísimas bendiciones que no supe reconocer en su momento.

Creo firmemente, a la luz de las Escrituras, que Dios no nos escoge para salvación, me choca demasiado con el libre albedrío que nos brinda y con Juan 3: 16; pero sí nos escoge para buenas obras y para que andemos en ellas.

Nos escoge para servirle… capacita, da dones… pero son demasiadas las veces que nos olvidamos de que también tiene trazado nuestro camino en los propósitos soberanos celestiales; aunque también es cierto que podemos tomar decisiones erróneas y equivocadas que en ocasiones nos van a traer tristeza y dolor.

Cuando intento juntar todo lo dicho, tengo que dar las más infinitas gracias al Señor y dueño de mi vida por su perdón y amor incondicionales, su cariño constante, su compañía y presencia en mi vida totalmente patentes; todo dado, todo demostrado, de mí depende mi obediencia y de ahí la bendición que tengo que agradecer cada día; aunque mi presente pudiera estar demasiado cargado de nubes, y desconozco completamente mi futuro y lo que el Señor me tiene preparado.

¡Me encantaría llegar a ser como Caleb! Pero quizá tenga algo totalmente distinto en sus propósitos; sin embargo tengo la certeza absoluta de que siempre será lo mejor y que lo único que tengo que hacer es ir calmadamente sintiéndole, escuchando su voz y seguirle.

Mi Padre precioso siempre me mostrará el paso siguiente hasta llegar a su bendita presencia. Anhelo y espero con toda mi alma el momento de verle cara a cara y dejar que me abrace…..

Estoy segura que George Matheson, ausente del cuerpo y presente al Señor, en ese mismo instante fue abandonado por su ceguera…  No sé si la prometida que lo abandonó pensó alguna vez todo lo que se perdió con su decisión.

"Confiar en Dios significa mirar más allá de lo que podemos ver a lo que Dios ve".