El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
La representación del amor en su película es sensible y realista en una parte de su experiencia, pero tiene un énfasis fatalista y su conclusión es desgarradora: es el desamor del amor.
El anhelo por encontrar una justicia propia sigue siendo uno de los pasatiempos preferidos de la humanidad. La cuestión es que siempre depara una conclusión dolorosa.
A veces, parece que el ser humano es único en generar sus propios problemas y desarrollar después unas expectativas que no se corresponden en absoluto con la gravedad de la situación.
No hay nada tan difícil y maravilloso a la vez como el perdón. Comprenderlo, causa asombro. Experimentarlo, libera.
Es interesante ver cómo en el texto bíblico, los conceptos de verdad y vida se relacionan entre sí. El Verbo, Jesús, es la verdadera revelación de Dios, y el propósito de esa revelación es que tengamos vida eterna para su gloria.
Aunque con argumentos cada vez más sofisticados y cargados de razones, nuestra estrategia sigue estando atravesada por la mentira y el engaño.
La problemática con lo abusivo no es algo generado únicamente por unas condiciones laborales, económicas, sociales y relacionales determinadas. Todo ello es un reflejo de lo que es nuestra realidad interior.
Tan contradictorios como es el hecho de vivir odiando y reconocer una parte fundamental de nuestro consuelo en la presencia de los otros.
Abrumados por tratar de reconocernos en alguno de los mensajes del choque de discursos cruzados en el que vivimos, olvidamos el diagnóstico que ya se ha realizado de nosotros.
La intención de romper con todo aquello que se ha identificado como herencia de la tradición ha dado paso a una desilusión devastadora.
La profecía bíblica enseña que Dios no tolera la superficialidad cuando se trata de transmitir su verdad. También el periodismo, cuando pierde su sentido reflexivo, es insuficiente.
Solamente cuando el oficio periodístico se ejerce al margen de la estampa de destrucción que predomina en el ámbito del poder, puede realmente esquivar las cenizas para aportar luz.
En una realidad dominada por el elemento del pecado, se ha hablado del hecho de informar como de un ‘cuarto poder’. Pero eso es solo una distorsión.
Lo que el pulpo me enseñó ha conseguido el Óscar al mejor largometraje documental. ¿Qué puede mostrarnos la relación entre un submarinista y un pulpo común sobre la gracia de Dios?
La crisis climática es una proyección a escala más grande de la crisis del corazón humano. Y esta última no es natural, sino de carácter moral, que no es lo mismo que moralista.
La película destaca el hecho en sí de vivir y la forma en la que las personas nos aferramos a ese vivir. Esto es algo grande.
Muchas veces, la soledad viene marcada por el dilema de qué hacer cuando se sabe que en nuestro contexto se está haciendo mal y somos conscientes de ello.
No hay soluciones fáciles ni juicios de valor simples que sirvan para retratarnos a nosotros, los seres humanos y espirituales tan complejos que somos, creados a imagen y semejanza de Dios.
La ciudad sigue durmiendo tranquila, continúa con sus rutinas habituales, mientras al mismo tiempo se produce la mentira, el engaño el adulterio y el asesinato.
En ese mundo esquematizado por la obsesión del control como forma de evitar un sufrimiento mayor, se ha dado paso al olvido de la oferta sincera de vida que encontramos en el texto bíblico.
En el poder plasmamos deseos y convicciones desde un temperamento que no admite errores, y mucho menos la incapacidad a la que nos vemos inducidos por el pecado.
Nuestras experiencias más dolorosas, nuestros orígenes, todo ello son factores que nos influyen. Pero no tienen el lugar que se les ha dado en nuestra sociedad global materialista.
Ese Cristo minúsculo, reducido a las voluntades individuales y del que muchos se apartan cuando ya no cumple con sus deseos, es tan cierto en muchas vidas como distante de aquel que se ha encarnado.
Porque somos humanos y todo lo humano se puede tratar, para nosotros son importantes las historias que reflejan nuestro dolor y, al mismo tiempo, nos recuerdan que podemos ser amados, perdonados e incluso salvados.
La visión de que “todo es un absurdo” sobrepasa el dolor. Desencaja cualquier concepción que pudiera haberse hecho de la vida, de todo cuanto conocemos.
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