Es extraña la angustia de la muerte. Es agudo su dolor. Pero, sobre todo, la muerte es suspiro. Una dolorosa coma, pero una coma.
El llanto que produce la muerte es diferente. Ahora puedo afirmarlo, y no como una hipótesis, sino desde la experiencia. Es diferente porque engloba diferentes cuestiones de una profundidad sobrecogedora. Por un lado está el hecho de afrontar la pérdida (ajena y propia). Pero también el peso de la misma realidad de la muerte, que acecha, que está siempre presente, a pesar de ser indeseada. Es decir, que nos marchamos. Por no hablar de otras incógnitas que, incluso a la luz del texto bíblico (1 Corintios 15:44), a veces no restan a nuestra perplejidad.
[ads_google]div-gpt-ad-1623832500134-0[/ads_google]
Quizá por todo ello, en Wit (Amar la vida, 2001) escasean las lágrimas. Porque es tan diferente el tipo de lloro que provoca la muerte que, a veces, ni siquiera se expresa de esa forma, a través de lágrimas, sino con un hondo silencio o una pesada sensación de soledad. De esta forma, sería absurdo, a la hora de pensar en la película que protagoniza Emma Thompson, enfocarse en las lágrimas, que quizá constituyen lo más superficial de la historia. También lo sería ofuscarse por la frialdad de los doctores, aunque representa en realidad una actitud ante la muerte más común de lo que nos parece y que pone el enfoque en nuestras capacidades. Se resume en la pregunta que el doctor le hace a la paciente: «Deberá ser muy fuerte. ¿Cree que podrá ser muy fuerte?». Es evidente que no lo somos.
Algo que destaco como singular de la película es la idea de la esperanza ligada a un deseo profesional, un anhelo por ver los resultados del trabajo propio en los alumnos, en un paciente y demás. De hecho, el que las escenas de los recuerdos aparezcan entremezcladas con la habitación del hospital evoca la realidad presente de la muerte a lo largo de nuestras vidas, en todo momento, incluso en los de grandeza y esplendor. Y esto es algo que moldea necesariamente nuestra concepción de la esperanza. Es, en parte, el aprendizaje del sufrimiento del que habla la protagonista: «Lo estático que puede ser el tiempo. Pesa. Se cierne. Va muy lento». Llega la noche y sigo sin poder hablar con mi padre.
[photo_footer]Emma Thompson protagoniza la película y también es una de las autoras del guion. / Fotograma de la película.[/photo_footer]
El continuo soliloquio de la protagonista, dirigiéndose directamente al espectador y mirando a cámara, es una representación de nuestra necesidad permanente de expresarnos como seres de vida, de decir que seguimos vivos, de recordar aquello para lo que hemos vivido. C. S. Lewis lo expresa así:
Gran parte de una desgracia cualquiera consiste, por así decirlo, en la sombra de la desgracia, en la reflexión sobre ella. Es decir en el hecho de que no se limite uno a sufrir, sino que se vea obligado a seguir considerando el hecho de que sufre. Yo, cada uno de mis días interminables, no solamente lo vivo en pena, sino pensando en lo que es vivir en pena.[1]
[ads_google]div-gpt-ad-1623832402041-0[/ads_google]
El guion de la película, del que la misma Thompson es coautora, hila muy bien la historia de la tragedia que se narra. Y, si se puede considerar hasta cierto punto excelente, es porque huye de la abstracción. Así lo pone en boca de la misma protagonista, cuando, moribunda, declara que la muerte y la vida no son ocasión de «agudezas verbales», sino que «es la hora de la sencillez».
Qué cierta es esa idea de la sencillez, incluso de lo rudimentario, de la muerte, y qué compleja nos sigue pareciendo. Encierra en sí misma un dolor tan agudo que es capaz de enfriar día tras día todos los huesos del cuerpo (¿podríamos hablar de dolor inhumano, o de que trae a nuestras vidas la conciencia de un dolor constante que ya era real?). Al menos, eso es algo que estoy sintiendo de forma repetida ahora.
[photo_footer]Buena parte del guion de la película se basa en las ideas del teólogo protestante del siglo XVII John Donne. / Fotograma de la película.[/photo_footer]
Y sin embargo, como dice la protagonista de la película, citando al poeta y teólogo inglés del siglo XVII John Donne, no es una «barrera insalvable». Porque no las hay. Y no es extraño que también nosotros pronunciemos las palabras de Donne, que hasta cierto punto parafrasea al apóstol Pablo en 1 Corintios 15:54-55; «La muerte es una coma, una pausa. No hay puntos y comas. Solo una coma [...] Todos aquellos a quienes creíste abatir, no murieron, triste muerte […] Muerte, simplemente morirás»[2].
Existe también una relación con el discurso de causa-efecto (¿método de Proverbios?), que a veces se utiliza en el guion de la película, remarcando la negación inicial de la humildad y su búsqueda al final, en la postración de la agonía. Pero esto no deja de ser una referencia a que, más que el intelectualismo, las situaciones esenciales de la vida, como el dolor del sufrimiento y el proceso de la muerte, ponen de manifiesto la necesidad de ese don común que hemos recibido de Dios, y que es la humanidad. Es la imagen de la profesora que vuelve para leer el cuento a su alumna moribunda. Esto es un reducto de la imagen de lo divino con la que hemos sido creados, y por la cual somos capaces de sentir algo de amor por lo ajeno, algo del dolor del otro, llorar también sus lágrimas.
Pero es, más que ninguna otra cosa, Jesús crucificado, clamando que ha sido abandonado. Esa es la imagen completa de la muerte, su representación plena, en tanto que también muestra «la victoria», como dice el mismo Pablo (1 Corintios 15:57). De manera que, aunque no puedo dejar de sentirme extraño ante la realidad de la muerte, tal y como ha llegado ahora a mi vida, puedo pensar en ella como esa ‘coma’ de la que hablaba Donne, como ese acusador que ha perdido el aguijón y que ya no tiene victoria.
Es extraña su angustia. Es agudo su dolor. Honda y vasta es su apariencia, como si fuera el descenso a las profundidades del alma. Pero, sobre todo, la muerte es suspiro. Una dolorosa coma, pero una coma.
Notas
[1] C. S. Lewis, Una pena en observación, 17.
[2] J. Donne, Devociones y duelo por la muerte.
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.
Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.
Analizamos las noticias más relevantes de la semana.
Algunas imágenes del primer congreso protestante sobre ministerios con la infancia y la familia, celebrado en Madrid.
Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.
Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.
José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.
Celebración de Navidad evangélica, desde la Iglesia Evangélica Bautista Buen Pastor, en Madrid.
Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.
Si quieres comentar o