El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Lo que hemos de comprender en lo que definimos como legalismo es que en su esencia está equivocado.
Si bien nació en el seno de una familia católica, en casi toda su obra se desentiende del tema religioso.
El legalista está más preocupado del cumplimiento de “las normas” que de aquellos elementos esenciales de la ley divina como son, el amor a Dios y al prójimo.
Como le ocurría a Rubén Darío, a Miguel de Unamuno, a Juan Ramón Jiménez y a tantos otros grandes pensadores, a Huidobro le obsesionaba el tema de la muerte.
A algunos de estos niños y jóvenes se les trata “de buena fe”, con “sinceridad”, pero con muy poca gracia y mucho legalismo.
Jamás he hallado a un escritor tan contradictorio como Vargas Llosa cuando se enfrentan al tema religioso.
Las dificultades nos prueban y contribuyen a nuestra madurez y crecimiento espiritual. La cuestión es cómo las enfrentamos y las sobrellevamos y si saldremos airosos de ellas.
En 1950 Onetti publica una de sus novelas más conocidas: La vida breve. En ella se refleja una serie de problemas existenciales.
Cuando se sacralizan las cosas y los lugares y a las personas, se va creando una “cultura” que cuesta la misma vida deshacerse de tanto elemento falso.
Mucha de la literatura del autor mexicano tiene un trasfondo netamente religioso; este hecho hay que tenerlo en cuenta para comprender su prosa.
María, al igual que toda una gran compañía de creyentes de toda la historia del pueblo de Dios, nos dejó un ejemplo de humildad que hemos de seguir.
Respecto a Dios, el ateísmo de Vargas Vila se evidencia en términos absolutos.
La mujer del libro de Apocalipsis 12:1-5 y otras consideraciones.
Puede que abandonara el catolicismo, pero a lo largo de su vida no abandonó a Dios ni el hecho religioso.
Yo encuadraría a Cortázar en un racionalismo agnóstico o en un agnosticismo racionalista.
María, la madre de Jesús, no fue ni reconocida ni tenida como “Madre de la Iglesia” por la Iglesia Primitiva.
Sábato escribía y pintaba. Consideraba que “el ateísmo es un fenómeno absolutamente novedoso, que los pueblos siempre creyeron en Dios”.
Si Jesús hubiera querido poner a María en el lugar que muchos han pretendido con el paso de los siglos, como “Madre de la Iglesia” (con muchísimas atribuciones más) lo hubiera hecho. Pero hizo todo lo contrario.
Escribir negativamente de la religión y desvincularse de la Iglesia católica no significa ser ateo. Parra tenía un alto concepto de Dios, al que cita con frecuencia en sus versos.
Como evangélicos creemos en María, reconocemos el valor de su ejemplo y precioso testimonio y amamos a la Virgen. Pero no creemos ni practicamos todo aquello que ha sido añadido y enseñado a lo largo de los siglos, y que es ajeno a las Sagradas Escrituras.
Blanca Varela vivió peleada con Dios. Dios era alguien más allá de lo que ella podía asumir.
En las Escrituras, el único Pacto válido que tenemos que aceptar y cumplir es el que Dios hizo ya en y con Cristo Jesús a nuestro favor.
En torno a César Vallejo existe una controversia insoluble que discute sus ideas religiosas y su actitud ante Dios.
La superstición contradice la fe, es una afrenta a Dios, a su Palabra y a sus promesas.
Necesitamos depender de su Palabra. Ella es y será siempre esa “punta de estrella” de oro de “curso legal divino”, con la cual se contrastará aquello que parece que es sano, correcto y bueno.
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