El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Algunas de las estrellas más brillantes que pueden verse a simple vista en el firmamento nocturno, nos muestran la luz que emitieron hace unos veinte, doscientos o dos mil años.
El polvo de las estrellas nos dio los elementos necesarios que requieren nuestros cuerpos materiales pero solo el soplo divino nos convirtió en seres vivientes.
Lo que predomina en el cosmos no son los cuerpos celestes, como planetas, satélites, estrellas o galaxias, sino el inmenso vacío que los envuelve. Un vacío oscuro, frío, silencioso y aterrador.
Doy gracias a Dios por el postrer Adán, el que no sucumbió ante las fascinaciones del tentador; este es el que por su perfecta obediencia ha devuelto la esperanza de salvación a millones de seres humanos.
Este planteamiento tan especulativo del multiverso o de los universos burbuja tiene más de filosófico que de científico y responde al deseo de no querer aceptar lo que resulta evidente.
Ninguna forma de vida, mucho menos la nuestra, podría haber prosperado en un cosmos estático y eterno, bombardeado continuamente desde la eternidad por una radiación tan intensa y letal como la que nos llegaría de las interminables estrellas.
El filósofo William Lane Craig ha desarrollado un argumento basado en la lógica y la ciencia y que le da sentido al origen y existencia de todo lo físico. Un artículo de Florencia Jorge.
Es sorprendente que todas estas propiedades físicas y químicas del agua, que se han ido mencionando, colaboren entre sí a distintos niveles con la única finalidad de hacer posible la vida en la Tierra.
Según el darwinismo social, el éxito de las sociedades se debería a la supervivencia de los más fuertes. Y tal supervivencia estaría siempre moralmente justificada, independientemente de los medios que se usaran para lograrla.
La deprimente visión de la raza humana como una especie a la deriva en un universo indiferente es la que viene caracterizando a muchos pensadores y científicos hasta el día de hoy.
¿Es capaz la biología evolutiva del desarrollo de explicar satisfactoriamente la macroevolución? No, tampoco lo es y por una razón bastante simple: jamás se ha observado en la naturaleza.
En base a la distribución geográfica de las especies, la teoría de la evolución afirma que aquellos animales que viven juntos en un área determinada evolucionan de forma similar.
La teoría de la deriva continental no empezó a tomarse en serio hasta que, en el año 1912, el geofísico y meteorólogo alemán Alfred Wegener publicó su famoso artículo.
Primero se supone que la evolución de las especies se ha producido por mutaciones a un ritmo constante y después se afirma que el reloj molecular demuestra la evolución de las especies en el tiempo.
Diferentes líderes evangélicos en España han reflexionado sobre el carácter de la apologética, la renovación del culto y la relación con el evolucionismo en unas jornadas organizadas por IBSTE.
No se trata ya de un solo tronco ancestral del que surgieron todas las ramas de los seres vivos, sino que las principales categorías de organismos estaban ya presentes en el comienzo de los tiempos. Esto es precisamente lo que predice el Diseño inteligente.
No es capaz de explicar los hechos comprobados por la embriología, ni constituye tampoco un argumento sólido en favor del darwinismo.
El mendelismo implicaba una definición estática de las especies cuyos factores hereditarios eran constantes de generación en generación.
Lo que tantos fósiles demuestran es que en el pasado existieron muchos más tipos básicos de organismos que en la actualidad.
Desde principios del otoño de 1838, Darwin dedicó el resto de su vida a demostrar que la selección natural era el motor de la teoría de la evolución de las especies.
La misión de la ciencia es reflejar lo más fielmente posible la realidad natural, sin distorsionarla o entrar en especulaciones indemostrables.
Esas famosas aves que se convertirían después en símbolos totémicos de la teoría de la evolución.
Darwin manifestó sus prejuicios sin ningún tipo de escrúpulos. Compara los indígenas primitivos con los hombres civilizados y llega a la conclusión de que los primeros no son seres del todo humanos.
El propio abuelo de Darwin ya tenía también ideas transformistas. Escribió un libro sobre ciertos problemas relacionados con la evolución, declarándose partidario de la herencia de los caracteres adquiridos.
La creencia en que los organismos originalmente creados pudieran cambiar de manera natural a través del tiempo no fue desarrollada por el cristianismo medieval.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.