El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Adán no habría podido labrar, ni cuidar el huerto de Edén, si la entropía no hubiera estado ya actuando.
Una de las principales pruebas de que el universo y la Tierra tienen miles de millones de años -y no sólo unos pocos miles- es aquella que proporciona el análisis de la luz estelar procedente del firmamento.
En Gibraltar, plaza de gran importancia en el inicio de la segunda Reforma, se instalaron hombres que habían llegado huyendo de la intolerancia y persecución religiosa.
Al final siempre prevalecía la necesidad de consumir, fuese lo que fuese por encima de cualquier motivo convocante.
La interpretación de las eras o etapas es la que mejor refleja la realidad ya que armoniza bien con lo que la ciencia ha descubierto hasta el presente y con lo que refleja una exégesis profunda del texto inspirado.
Muchos siglos antes de que Cervantes diera vida a Leandra, uno de los autores bíblicos se había referido a dos mujeres de gran belleza.
Un relato de Antonio Cárdenas.
Es evidente que la fuente de la luz del primer día de la creación era el Sol, que ya había sido preparado por Dios mucho antes.
En vez de darnos una luz, la del Evangelio, para que con ella nos abriésemos por nosotros mismos nuestro sendero a través de la senda del mundo, se nos lleva en él, dando tumbos, por caminos que no conocemos y a oscuras.
El modus operandi era echar mano de la agresión formal y el insulto si hiciera falta.
La Biblia añade que el agradecimiento consiste en un sentimiento en el fondo del corazón, una expresión de reconocimiento y un obsequio de compensación.
Moisés estuvo en lo cierto al iniciar su Pentateuco con las palabras “en el principio creó Dios los cielos y la tierra”.
Génesis 1:2 da a entender que, al empezar los días de la creación, la oscuridad envolvía toda la superficie de la Tierra. Esto es también lo que ha determinado la historia geológica.
El cristianismo no está agotado. Cristo sigue siendo irreemplazable. La estrella que apareció en Belén y que regocijó al mundo con su ráfaga de luz no ha palidecido todavía.
Propuso deshacerse de ese poder y con cierto adiestramiento consiguió reprimir la cualidad que le hacía diferente.
Sólo Dios puede llamar a la existencia aquello que antes no existía. Sólo Dios puede crear.
Algunos comentaristas de la Biblia han querido ver contradicciones en el libro de Dios, sin tener en cuenta la forma de hablar en aquellos lejanos tiempos, conforme a las apariencias sensibles. La manera vulgar de hablar se basaba en lo que externamente aparecía a los sentidos, y no pretendía afirmar más que eso.
¿Alguna vez estuvo la Tierra completamente cubierta de agua? ¿Acaso las ballenas aparecieron primero y después los grandes mamíferos terrestres? ¿Fue el Diluvio realmente un fenómeno universal?
Son necesarias para informar a la Iglesia acerca de su trabajo y de su economía. Pero prepararlas bien con antelación y rogar al Dios de la paz que no falte durante el tiempo que dura la reunión.
Decía Cicerón que la idea de la crueldad es de sí inmoral y nunca puede dar origen a algo útil, como pretendían los cuatro criminales que privaron a un hombre bueno de sus pasatiempos favoritos: la lectura.
Quizá todo sea más prosaico de lo que en primera instancia nos pudiera parecer.
El orden de la creación, el de los días o períodos en que se crea el universo, la Tierra, los mares y aparecen los continentes, las plantas, los animales y el propio ser humano, coincide sorprendentemente con lo que hoy han descubierto las ciencias experimentales.
Si la Biblia es verdaderamente la Palabra de Dios, no puede contener errores fundamentales de ningún orden. Aceptar esto no es elaborar ningún tipo de “bibliolatría”, sino reconocer que no estamos simplemente ante una obra más de la literatura religiosa.
Poseemos suficiente religión para afirmar que somos hermanos, pero no la necesaria para identificarnos como amigos.
Lo humano es la herencia de Adán, creado del polvo de la tierra, terreno. Lo divino es celestial, del cielo, de donde vino Cristo, que a través de la conversión nos trasmite una imagen espiritual, celestial.
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