El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Sólo el realismo nos permite seguir creciendo.
Después de la pandemia no ocurrirá nada que no esté comenzado a suceder ahora, porque lo que seremos entonces lo dirá cómo vivimos y aprendemos en este momento.
Como mensajeros de paz, traen a nuestro presente el amor de un Dios que no es indiferente al dolor.
¿Qué hacemos cuando la vulnerabilidad nos da una bofetada, se adueña de nuestras entrañas y nos fuerza a reconocernos insuficientes, desnudos y desarmados?
Separados, cada uno en su casa, ciegos, sordos y mudos ante el infortunio de los demás universos de prójimos, vivimos, nos movemos y somos.
Una persona solo puede luchar por su propia vida si hay alguien a quien le importe, porque hay heridas infinitamente más dolorosas que las físicas.
Tanto sufrimiento de tantos en tan corto espacio de tiempo nos deja perplejos, indefensos y con más preguntas que respuestas.
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