El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Sabe, como pocos de sus contemporáneos, penetrar con sus escritos en las profundidades del alma humana, del alma española.
Existe una evidente desarmonía moral y religiosa en aquella persona que se porta piadosamente en el culto, ora con mucha unción, bendice el nombre de Dios, y en cuanto abandona el local de la Iglesia se dedica a perjudicar con la lengua a sus semejantes.
Huxley siguió paso a paso a sus contemporáneos desde el escepticismo de la posguerra hasta la angustia trágica de un mundo impersonal. En sus últimos años, hastiado de las religiones tradicionales, se volvió hacia la mística oriental en una nueva exploración del Absoluto.
La envidia es uno de los poquísimos pecados que no produce placer a quien lo comete. El envidioso no disfruta de nada. Al contrario, se mortifica a sí mismo.
Pensaba en la muerte como liberación de sus trastornos psíquicos, como el encuentro definitivo con su propia derrota.
Este tipo de gente no es de los que abandona la fe, no; dejan la congregación local y se van a otra, donde repiten la misma experiencia.
Hemos de admitir que el que Dios profesa al ser humano es un amor no merecido. Si le amamos, es porque Él nos amó primero. El de Él hacia nosotros es un amor no merecido.
Nadie más que Dios puede dar vida, color y perfume a las flores; pero el murmurador, en un instante, con sólo el poder de su lengua, las hace pedazos y las arroja al polvo.
El Principito es el libro más conocido de Saint-Exupery, el más leído. Aunque está dedicado a los niños y catalogado como un libro para niños, en realidad no corresponde a la literatura especialmente concebida para niños.
En todas las tierras el sol sale al amanecer, pero quien mucho, ve mucho retiene en el alma.
Maeztu escribe sobre tres mitos literarios españoles. Tres formas de concebir el amor. Sólo quienes viven el amor con semejante fuerza son capaces de olvidarse de sí mismos.
Árabes e israelitas podrían vivir juntos, conteniendo sus diferencias, pero musulmanes y hebreos lo tienen muy difícil.
La religión no es consecuencia de una idea que surge en el tiempo. Es un sentimiento sublime, arraigado en la profundidad del alma, envuelto en deslumbrantes resplandores de eternidad.
Si España es pagana, ¿quién tiene la culpa? Cuarenta años de Gobierno del general Franco los obispos españoles han tenido en sus manos todos los resortes del poder.
Resulta descorazonador tener que enfrentarse con las personas y con las tensiones morales en que nos coloca el terrorismo espiritual en las congregaciones evangélicas.
En las calles más concurridas de Tokio se han instalado escuchadores voluntarios que tratan de aliviar un padecimiento del alma humana que aumenta sin cesar en las sociedades opulentas: la incomunicación.
A medida que las democracias se debilitan, y está ocurriendo en todas partes, el terrorismo crece en poder.
Si la película de Gibson se considera antisemita, entonces todo el Nuevo Testamento lo es.
Jesús vino para emancipar al creyente de la soberanía del Estado. En esto la Iglesia era revolucionaria.
Los predicadores cristianos se suponen dotados de un poder espiritual sobre el mundo, distinto a los poderes del militar, del político o del financiero. Es el poder del Espíritu Santo.
La libertad del ser humano se apoya sobre una naturaleza cuya necesidad trasciende. No incide en el hombre desde fuera, no depende de las concesiones de la sociedad ni del poder.
La razón no se contrapone a la fe. Pero la razón tiene límites. La razón, por sus propias fuerzas, solamente llega hasta la naturaleza divina; y allí se detiene.
Vivimos a un paso de la locura. Nuestro mundo diario parece caótico, inconexo y confuso. Se nos han derrumbado los más consistentes sistemas de valores.
Se puede trastornar para producir un bien y se puede trastornar para producir un mal.
El mundo de los libros tiene una antigüedad que se pierde en el tiempo.
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