El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Igual que la semilla de mostaza llega a convertirse en frondoso árbol, el milagro del amor divino convertirá una pequeña grey en el pueblo de Dios que transmitirá la salvación a todos los pueblos de la tierra.
El otro día "hablaba" con ChatGPT. Le pregunté que en qué se parecían Jesús de Nazaret y un YouTuber.
El viaje de cada persona está asociado con su progreso en la vida, es una experiencia que trasciende más allá del aquí y del ahora.
Ante cualquier mínimo ruido, vuelta para atrás, hasta el fondo de las rejas, lleno de inseguridad.
No se puede evitar. A los seres humanos nos brota la mala hierba por donde quiera que paseamos. Es cuestión de tiempo.
Necesitamos apartarnos y tener tiempos de quietud, callados, refrenando los labios del alma.
Jesús no hacía teatro, pero sí contaba historias al aire libre y utilizaba aquellos elementos sencillos que estaban a su alcance.
Mientras avanzo encorvado mirando hacia abajo, ensimismado en mi peso, de repente siento que alguien tira hacia arriba del asa y aligera mi carga.
Se piensa que lo que no está escrito no tiene valor...
Todavía en el primer cuarto del siglo XXI, menos del 30 % de los investigadores científicos son mujeres.
El aprendizaje no se debería concebir sin jugar un partido que sea asequible para todos.
La mostaza es una de las semillas más minúsculas que el ojo humano puede ver. Pero cuando germina se transforma en un arbusto que puede alcanzar los 4 metros de altura.
El autor de Hebreos nos plantea una situación difícil y nos pide que mantengamos la fe en Jesús que un día pasado abrazamos.
La educación actual ha puesto otra vez sobre la mesa un viejo debate: cuánto de lo que aprendemos (en la teoría) sabemos desempeñarlo (en la práctica) a diario.
A pesar de todos los dibujos raros, extraños e incluso feos que pueda haber, hay un mensaje que prevalece: Dios es amor y quiere relacionarse con el ser humano.
Pocas culturas han exaltado tanto el conocimiento y la razón como la griega.
No hay gurú, ni sabio, ni gobernante poderoso que pueda superar la enseñanza que el Mesías nos transmitió.
A pesar de las pantallas, ojalá no perdamos nunca esa sensación de sobrecogimiento ante lo desconocido.
La satisfacción que produce haber cumplido con las tareas, con las obligaciones o los deberes, no es superficial.
No llores más, Federico, que en España, hoy, por el artículo 14, somos iguales ante la ley.
¿Qué pasaría si los árbitros nunca pitaran las faltas?
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