¿Le gusto a Dios?

Hace poco estaba leyendo ‘Mentiras que creemos sobre Dios’ de Paul Young, autor también de la célebre novela ‘La cabaña’. En su obra, comentaba una interesante charla que tuvo en un centro penitenciario con una presa. En realidad, fue ella quien le lanzó una inquietante pregunta: ¿le gusto a Dios?

Me explico: los que creemos en Dios, sabemos que él existe, también que es amor. Incluso reconocemos o al menos decimos con cierta seguridad que Dios nos ama a todos. Así que el tema no es ese. La pregunta que se nos queda ahí en el aire no tiene que ver con la afirmación o creencia de que Dios me ama, sino ¿le gusta como soy? En fin, a ver quién dice a viva voz que no ama a su hermano en la fe. Nadie. Amamos a todos los hermanos en la fe. Vale, pero, ¿nos gustan todos tal cual son?

Vaya, la dichosa pregunta me dio que pensar: “¿le gusto a Dios?”. Entonces, dándole vueltas me vino a la mente la imagen de un niño pequeñito que se acerca a sus padres para enseñarles un dibujo que acaba de hacer. AIzando su bracito cual mástil, ondea el dibujo al tiempo que apela: “mira papá, mira mamá, he hecho un dibujo; ¿os gusta?”.

¿Cuál crees que será la respuesta de los padres? Creo que la mayoría le dirían: “sí, está muy bien (mientras intentan adivinar qué es)... qué maravilla, sigue así, adelante, sigue dibujando”.

¿Por qué? ¿Por qué no le dicen lo que piensan en realidad sobre el dibujo? Creo que porque no están respondiendo en función de la calidad del dibujo sino en función de la identidad de quien pregunta: su hijo.

¿Qué responderías a esta otra pregunta?: ¿qué fue lo que vio el Hijo de Dios para venir a rescatar al ser humano? ¿Qué dibujo fue? Personalmente, creo que fue la huella divina en una criatura hecha a imagen del creador. Dios se hizo pequeño, muy pequeño. En realidad se limitó al máximo haciéndose hombre para que nosotros pudiéramos, gracias a él, amar sin límites. No fue nuestro dibujo.

No hay obra humana, por maravillosa que sea, que pueda mover a Dios de su sitio. Las grandes civilizaciones pasan, con sus grandes avances y fracasos. Sin embargo, ya decía el profeta Isaías hace miles de años con un lenguaje muy poético: “Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre” (Isaías 40:8 RVR1960).

Esta Palabra está llena de esperanza para el ser humano y a pesar de todos los dibujos raros, extraños e incluso feos que pueda haber, hay un mensaje que prevalece: Dios es amor y quiere relacionarse con el ser humano. Sí, creo que, definitivamente, le gustamos a Dios.