El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Hay mucha religiosidad popular expresada de una forma lo más estética posible, quizás con el olvido de toda ética y de los valores del Reino.
Se debe querer un mundo mejor, más justo, una tierra en donde los valores del Reino comiencen a fructificar.
Que los cristianos seamos un fermento de búsqueda de justicia social, aunque también de misericordia y de amor en acción.
No hay que arrancar, desarraigar, desconectar la Navidad del fuerte compromiso de Dios con los hombres.
El Cántico de María no es un recital de pleitesía a los ricos de esta tierra, sino una crítica que intenta clamar por justicia.
El Adviento pone los cimientos de una gran revolución que nos hace estar exultantes de alegría. Cuando llegue su final e irrumpa la Navidad, el Nacimiento, se establecerá el reinado de Dios en la tierra y a los pobres será predicado el Evangelio.
No estaría mal que, este tiempo prenavideño de Adviento, lo convirtiéramos en un gran calendario del que vamos pasando hojas que nos aproximan a la llegada del Redentor.
La Navidad nos anima a fortalecernos. Sí, a nosotros los débiles de la tierra. A eso también nos reta el tiempo navideño.
Quizás nosotros también deberíamos caminar, siguiendo al Maestro, lanza en ristre, la espada de la fe, denunciando las injusticias de los poderosos.
Diría que la iglesia y los cristianos deben posicionarse siempre en la no violencia, en la condena de cualquier acto violento.
La espiritualidad cristiana no se nutre de apariencias pietistas o esfuerzos puritanos que salvaguardan nuestra reputación cristiana.
Creo en Jesucristo, ejemplo de estilo de vida, de prioridades y de acciones de servicio al prójimo necesitado. Él nos dejó con su vida, un ejemplo para el servicio.
En su primera conferencia la Plataforma Seneca Falls reivindicó un feminismo cristiano y bíblico que “se distingue por su lucha a favor de los derechos humanos, de la defensa de la dignidad, la vida y la familia”.
Tendríamos que comenzar los seguidores de Jesús por asumir los valores del Reino en su radicalidad, y sacarlos a la palestra pública.
En el fondo, orar por los políticos es orar también por el prójimo afectado por sus políticas, es orar a favor del prójimo que se va a ver favorecido o no, por estas políticas partidistas.
No nos están recordando, entrenando y animando, para que vayamos captando una identidad de creyentes con una mano tendida hacia el que nos necesita.
¿Nos comunica Dios algo a través de los desastres naturales, aunque muchos de ellos sean causa de la irresponsabilidad del hombre?
La fe puede mover los elevados y encrespados montes de las políticas injustas.
Si tienes bolsa, cógela. Coge la bolsa, hazte de provisiones, el mundo las necesita. Tu prójimo las necesita.
Todos deberíamos someternos a un autoexamen en lo referente a las enseñanzas de Jesús en éstas áreas en la línea de la acogida a los débiles del mundo.
El desequilibrio del mundo, el desigual reparto de las riquezas, la acumulación desmedida de bienes, está totalmente en contra de los valores del Reino.
El auténtico ritual debe estar avalado por el compromiso con el prójimo, con el hombre y, fundamentalmente, el hombre necesitado.
Dios escucha esos alaridos dolientes y quiere potenciarlos con su megáfono divino, pero, en muchos casos, ese nuestro Dios se encuentra con personas ensordecidas ante el sonido de su megáfono divino.
¡Cristianos del mundo: Seamos sal y luz en medio del sinsabor y de la oscuridad de un mundo injusto!
Desciende hasta tu prójimo, ese hombre que, siendo coetáneo tuyo, ha quedado apaleado y tirado en los márgenes del camino.
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