El no hombre y el no ser

Los conceptos “no hombre” y “no ser” los empleo en relación con tantos y tantos humanos que se arrastran por una nada angustiosa como sobrante humano, aquellos que, desgraciadamente, no cuentan para nada o, realmente, cuentan muy poco. Nadan y se mueven en el no ser de la marginación social, de la pobreza y falta de todo tipo de capacitación. Para el mundo consumista no cuentan para nada.

Sin embargo, estos conceptos de “no hombre” o “no ser” son términos que usamos de una forma didáctica y para entendernos, porque, como cristianos, sabemos que para Dios estos parámetros no existen e, incluso, existe una tendencia hacia abajo de Jesús mismo que, de alguna manera, se alía con los pobres y quiere protegerlos ante la maldad del hombre y del egoísmo humano. No creemos en el “no hombre” ni en el “no ser” de nadie, aunque creemos en la práctica de la injusticia y en la marginación de los débiles en medio de un mundo cruel en el que existen tanto los opresores como los acumuladores injustos que desequilibran el mundo.

Muchas veces, estos seres humanos que se mueven en el no ser de la marginación social y de la pobreza, no son sujeto de su propio destino ni de su propia realización personal. Está anulado por fuerzas sociales y económicas que le impiden participar de los bienes y servicios de la tierra, de la naturaleza humana, mientras que otros agrandan sus almacenes y cuentas corrientes. A los ojos de muchos miembros de la sociedad de consumo, pueden parecer un sobrante humano, pero no es así ante los ojos de Dios que nos quiere como manos tendidas y voces de denuncia ante todo este escándalo humano, ante todos estos atropellos.

En los siglos XIX y XX se ha hablado de la explotación del hombre por el hombre, pero en pleno siglo XXI ya ni siquiera se ve a muchos de estos despojados, como objeto de explotación. Yo he dicho a veces que a muchos empobrecidos les gustaría que se les explotara para poder dar de comer a sus hijos, pero, en muchos casos del gran mundo empobrecido, ni siquiera esto es posible. De ahí que estemos de acuerdo con el concepto “sobrante humano”, aunque visto desde el punto de vista de las injusticias humanas, pero no desde el punto de vista del amor a Dios y al prójimo.

Los cristianos no deberían estar callados ante esta situación de millones y millones de personas, sino que, por amor al prójimo que nos enseñó Jesús, deberíamos estar siempre dispuestos tanto a la denuncia como a la acción que, en el fondo, puede ser acción social evangelizadora.

En los humanos, el futuro se nos puede adelantar en forma de proyecto, pero en el caso de estas personas empobrecidas y reducidas al “no ser” de la marginación, al “no hombre”, ese futuro en proyecto no se puede dar. Para ellos no hay futuro, ni en proyecto ni de ninguna otra manera. Sería también el futuro doliente dentro del “no ser” de la marginación, el futuro del “no hombre”.

Muchas veces se ha dicho que deberíamos ser la “voz de los sin voz”. Pues esto es bíblico. Es la práctica profética de la denuncia y de la búsqueda de la justicia. Y es que el “no hombre, el que está en el “no ser” de la marginación, no puede gritar, no puede hablar, su voz no es oída ni escuchada por nadie. Aunque ser su voz, “la voz de los sin voz”, debería ser solamente algo coyuntural y temporal. Lo ideal sería hacer a estos hombres partícipes de su propio destino e irles dotando de voz propia que clamara en contra de las injusticias sociales que se cometen contra ellos. 

Lo que les pasa es que se han cansado de gritar y hablar inútilmente, pero tienen sus capacidades y potencialidades que, quizás, necesitan que alguien les dé el empujón y ponga en marcha… pero la voz de los cristianos, en la mayoría de los casos, tampoco llega, está también silenciada o, en su caso, sorda. Quizás es que, también a nosotros, algo de irresponsabilidad y de desamor nos toca. Sí. A los cristianos en el mundo. Quizás volvemos al tema de siempre: se necesitan profetas en el mundo que hagan esa labor profética de la que, quizás, carecemos. Es posible que tanto la voz de los que viven en el no ser de la marginación como la de los cristianos, sea una voz sorda.

Ni que decir que el no ser de la marginación, el ambiente del no hombre, afecta también a todo aquello que tiene que ver con la cultura, la capacitación profesional, el uso de la medicina y la educación. Es todo un conjunto de escaseces que les lanza a esa situación de no vida o, en su caso, de vidas raquíticas, vidas robadas por los acumuladores de la tierra. Son personas despojadas y tiradas al lado de un camino por el que parece que nunca pasa un buen samaritano. Una pena y una llamada al cristianismo a la solidaridad para con el prójimo y a la acción liberadora.