El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Vivimos tiempos muy peligrosos, cuando tantas palabras que están fuera de lugar, están alimentando una espiral que puede acabar en catástrofe.
Para ser jueces equitativos es preciso no correr y esperar a tener todos los elementos que integran la cuestión en disputa.
Verdaderamente detrás de la mirada está el corazón.
Cuando el reprensor es Dios, volverse a él conllevará recibir su Espíritu y su Palabra.
Tanto para el gobernante como para el cargo, la lealtad es la condición esencial.
El desajuste entre palabras y corazón es un método del que se echa mano frecuentemente, en las relaciones humanas.
El apresuramiento en condenar al adversario y la tardanza en condenar al asociado, son muestra de la falta de imparcialidad.
La persona y obra de Jesús producen polarización, al ser recibida por unos y rechazada por otros.
El verdadero deleite del necio es hacer ostentación de sí mismo, siendo su protagonismo personal la auténtica razón que lo mueve y el nombre de Dios su utensilio para conseguirlo.
El necio ya lo es, aun antes de menospreciar el consejo. En cambio, el prudente llega a serlo porque primero ha aprendido a guardar la corrección.
La acción del envidioso es taimada y astuta, solapadamente maquinada, para acabar con aquel al que envidia.
La lisonja, que es el halago interesado, procede del hombre malvado, cuya intención termina siendo dañina para aquél hacia quien va dirigida.
No es nuevo este afán de medrar a costa del mal ajeno.
El corazón humano sin regenerar sigue siendo el mismo y nada nuevo hay bajo el sol.
Dios promete ser nuestro escudo cuando obramos con honestidad.
Para que haya justificación tiene que haber primero condenación y para que haya condenación tiene que haber pecado.
Hoy hay gobernantes que siguen en los pasos de Herodes el Grande, habiendo llegado al poder sin legitimidad ni dignidad.
Si hay soberbia, acontecerá la deshonra. Pero los humildes y la sabiduría está hermanados.
Si hubiera que aplicarle un apropiado calificativo a la mentira sería el de destructiva, porque efectivamente su efecto es destructor.
El postulado de la física, de que no puede haber nada más rápido que la luz, tiene una excepción, que se llama oración.
Era el último asalto y también una flagrante declaración que anunciaba la derrota de ella y la victoria de él.
Contra todo pronóstico, David escogió ser fiel a sus principios, dejando que fuera Dios directamente quien se las entendiera con su enemigo.
Fue el caso de Daniel, que se convierte en destinatario y prototipo de la gracia preservadora de Dios que aguarda a otros.
Lo que hay verdaderamente en el corazón de las personas no se conoce mientras las cosas van bien; es solamente cuando las cosas van mal que se manifiesta lo que hay en el interior.
Uno de los mayores peligros que puede haber no es morder el polvo en la derrota, sino confiarse en la sucesión de victorias.
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