El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Si queremos llamarnos “cristianos”, discípulos y por tanto seguidores de Jesús, no deberíamos de renunciar nunca (¡nunca!) al Jesucristo que nos presentan las páginas del Nuevo Testamento.
Tener comunión es un asunto de actitud, de amor y del Espíritu Santo. Y cuando falta el amor, el Espíritu de Cristo está ausente; y eso por mucha verdad que se tenga o que se crea tener.
Muchos rechazan el amor de Dios sin más. Los tales se quedarán fuera; pero los que lo reciben disfrutarán de su presencia, su amor y su comunión desde aquí y por toda la eternidad.
La responsabilidad exige de cada ciudadano su contribución al bien común con aquello a lo cual ha sido dotado y llamado, comenzando desde el mayor hasta el menor.
El “motor” y la motivación de los creyentes debía (¡debe!) ser el amor sin el cual no sería posible la “edificación de la Iglesia”.
El guardar silencio, en algunos casos y sobre algunos temas, es una cuestión más de prudencia que de “no querer mojarse”.
La Revelación divina no nos fue dada para que especulemos sobre ella, sino para nuestra vida práctica.
El Dios que conoce los corazones, nos sigue y nos seguirá confrontando todos con nuestra forma de ser; y Él sabe hasta qué punto su preciosa obra ha calado en nuestros corazones.
Lo importante, es servir humildemente al Señor y bajo su dirección y en su nombre, llevar palabras de fe, esperanza, amor y restauración a los necesitados.
El estudiar teología es tarea de todo verdadero creyente. Cada uno desde su original encuentro con Dios, tiene como máximo objetivo el conocerle a él, a través de la persona de su Hijo Jesucristo.
El contexto religioso al cual la iglesia pertenece y en el cual se mueve, no puede servir de coartada para encubrir el delito.
Si el origen de la toda sabiduría es Dios y el principio que rige para poder adquirirla es “el temor del Señor” no tenemos más remedio que aplicarnos a esas realidades.
En el matrimonio cristiano, la igualdad debería darse sin necesidad de exigirla, sino reconociéndola con respeto y humildad.
Es nuestra responsabilidad el conocer y distinguir lo que es lo esencial de aquello que es transitorio, para no incurrir en “ser tropiezo” a nadie.
Lo que había sido anunciado por Dios acerca del dominio del hombre sobre su esposa, se convirtió en el dominio del hombre sobre la mujer en general, en el plano matrimonial, familiar, social, religioso y jurídico.
Una de las cosas primordiales que se dio en los grandes avivamientos de la Historia fue el reconocimiento y la confesión acompañadas del arrepentimiento y cambio de las vidas.
Los apóstoles no tuvieron mayores dificultades a la hora de contrastar sus posiciones y acordar que lo que predicaban uno y otros era el mismo Evangelio de Jesucristo.
Su padre les había enseñado a cada uno de sus hijos a respetar a Dios, a ser honrados y fieles en todo. Francisco era un joven noble y sencillo. Un hombre del cual el Señor Jesucristo hubiera dicho lo que dijo acerca de Natanael.
Un testimonio a otros que pudieran estar viviendo una viuda de esclavitud religiosa, pero que por medio del Evangelio pueden encontrar la verdadera libertad que el Señor Jesucristo prometió a sus seguidores.
Es bueno que oremos por Israel, pero no tanto para que gane las guerras que los demás pueblos le hacen, sino para que dichas guerras no se produzcan y los propósitos de Dios se cumplan en el pueblo de Israel.
No todos responden a los requerimientos divinos con la ceguera y rebelión.
El creyente no sólo debe apreciar el trabajo y abandonar cualquier actitud de menosprecio hacia el mismo; él estará dispuesto a trabajar incluso en aquello para lo cual no tiene vocación.
El trabajo, tal y cómo lo dispuso nuestro buen Creador, sigue siendo una bendición.
¿De qué nos salva Dios? ¿Cuál o cuáles son los “peligros” de los cuales somos salvados?
El poder de Dios que acompaña al Evangelio de Jesucristo hace que la salvación no sea algo que se quede en palabras solamente, sino que es el mismo poder de Dios en acción para salvar.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.