El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
El haber rechazado a Dios nos está llevando a situaciones que muchos ni imaginaban.
Dios puso la naturaleza a nuestro cuidado y estamos demostrando ampliamente las razones por las que no se nos puede dejar solos.
Queremos racionalizarlo todo, pero cuando nos hablan de Dios, ninguna razón sirve.
La Biblia nos enseña que el Espíritu de Dios ilumina nuestra vida, porque él es la luz en su propia esencia.
Si renunciamos a Dios, dejamos de pensar y dejamos de descubrir quienes somos, porque ya nada importa: un día nacimos, y otro moriremos.
Nos entretenemos en comentarios inútiles mientras la vida se nos escapa poco a poco. Queremos ganar discusiones pueriles y nos olvidamos de disfrutar.
La Biblia nos enseña que cuando nos rebelamos contra Dios perdemos la capacidad para relacionarnos de una manera perfecta.
Cuando le damos la espalda a nuestro Creador perdemos la paz interior y la exterior.
Ser Dios es imposible y no tanto porque tengas que hacer milagros y ocuparte de los problemas de todos, sino por lo que es la esencia de su propio carácter.
Dios nos hizo a todos iguales, y nos ama a todos de la misma manera.
Dios también es el Señor de los que pierden; él es también nuestro consuelo cuando todo parece ir mal.
A veces no importa si tenemos mucho o poco: si el dinero es el que nos “obliga” a tomar una decisión es porque nos está dominando.
pasamos nuestra vida esperando grandes eventos, situaciones trascendentales y victorias espectaculares. Mientras esperamos esos momentos y ponemos toda nuestra concentración y nuestro esfuerzo para que puedan llegar, se nos escapa la grandeza de lo más simple.
Amar es perdonar y pedir perdón, amar es decir “lo siento” en muchas ocasiones y aceptar las disculpas de quién amas.
Cuando trabajamos en equipo, todos los que tenemos una dirección común podemos llegar al destino con mayor rapidez y facilidad que si lo hacemos por nuestra cuenta.
Nada mejor que hacer en el día de hoy que ayudar a aquellos que están llorando y consolar a aquellos a quienes casi todos menosprecian.
Lo material no debe gobernar nuestra vida. Tenemos que trabajar, estudiar, llevar a cabo actividades diferentes, etc. pero eso no debe llenar nuestra existencia por completo.
Si abandonamos a Dios, sufriremos miles de pequeñas y grandes injusticias cada día, porque nadie sabe lo que está ocurriendo ¡Nadie puede ni siquiera darse cuenta de lo que ocurre!
Me encanta leer en la Biblia una y otra vez que Dios nos perdona y no nos trata tal y como merecemos, sino que derrocha su gracia y misericordia con nosotros.
Cuando Dios habla, no podemos mirar hacia otro lado, sino mirarnos a nosotros mismos.
Dios quiere que hablemos con Él porque Él nos escucha siempre. Es uno de los medios que ha provisto para que nuestro amor por Él crezca cada día.
La obediencia ciega no es una respuesta válida en los momentos en los que la injusticia reina.
Cuando no tenemos cuidado con nuestras motivaciones y actitudes, la competitividad puede llegar hasta lo espiritual.
Dios también nos dice que espera que sus hijos disfruten con Él, como cualquier padre desearía.
No es que tengamos que ponernos “trágicos” pero es bueno meditar en lo que ha sido la vida hasta ahora.
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