Saber lo que hay que hacer

Otra frase genial de Alfredo di Stéfano sobre el fútbol: «Las tácticas no evolucionan nada, lo único que necesitas son tres tíos en el campo que sepan lo que es un equipo». Esa es la clave, estar en manos de los que saben.

Sencillo y aplicable: todos sabemos de todo y creemos que nadie puede enseñarnos nada. De esa manera vamos avanzando hacia el caos, porque el mayor desastre de la humanidad es no reconocer que somos un desastre (¡y vaya desastre!). No estoy escribiendo una historia «apocalíptica», solo estoy diciendo que si no reconocemos y rectificamos lo que va mal, jamás llegaremos a nada. 

Nos encanta la basura: tenemos cultura basura, comida basura, «telebasura»; se habla de relaciones basura, enseñanza basura, política basura y no sé cuantas cosas más. 

Físicamente hablando, ¡no es extraño que tengamos problemas eco- lógicos! No sabemos qué hacer con tanta basura. Generamos tanta y de tantas sustancias diferentes que poco a poco esa basura va comiendo todo nuestro espacio. Incluido el espacio exterior, no lo olvides, porque nuestras emisiones basura al ambiente están destruyendo el aire, la capa de ozono y todo lo que se ponga por delante. 

Espiritualmente hablando, somos más inteligentes que nunca (¡eso creemos!) y por eso estamos llenando el mundo de basura. Nuestro desastre es que no somos capaces de reconocer que somos un desastre. 

Socialmente hablando, tenemos relaciones basura y ética basura. Maquillamos nuestra conciencia enviando pequeñas ayudas al tercer mundo y dando lo que nos sobra para los que no tienen nada. Pensamos que con eso hemos hecho suficiente, sin darnos cuenta que el tercer mundo existe porque nosotros los condenamos al hambre y la miseria. No queremos reconocer que más de la mitad de la humanidad no tiene lo suficiente para vivir porque unos cuantos derrochan miles de millones de euros en tonterías sin fin. Eso sí, de vez en cuando, regalan unos cuantos céntimos a los necesitados para demostrar que son buenas personas. 

Mientras vivimos así nos volvemos malvados. «[El malvado] se dice a sí mismo: Nada me hará caer. Siempre seré feliz. Nunca tendré problemas» (Salmo 10:6 NVI). Aunque no queramos reconocerlo ahora, somos un auténtico desastre. 

Todo lo que Dios hace tiene su lugar, todo es reciclable: Dios no hace basura. Cada persona es un poema de Dios (Efesios 2:10) cada ser de la naturaleza es un regalo de su imaginación. Cada lugar que contemplamos está perfectamente diseñado y rebosa gloria. ¡La gloria del Creador! Dios restaura y renueva todas las cosas. Él tiene poder para restaurar y renovar a todas las personas. 

Yo no sé tú, pero yo prefiero ponerme en manos de quien sabe lo que hace. Y si vamos a hablar de la vida, tengo que reconocer que soy un desastre si yo mismo intento cuidarla. Muchas de las cosas que hago son solo basura... pero algunas otras son un reflejo de la gloria de mi Creador. 

Yo no sé tú, pero yo prefiero estar en Sus Manos.