Todos queremos tener más posesiones, mientras pasamos nuestra vida como espectadores inútiles dentro del cuerpo más activo que existe en la humanidad: el cuerpo de Cristo, la iglesia.
Hace varios meses leía una entrevista con Madonna en la revista Vanity Fair, en la que la cantante confesaba: “Lo que me impulsa en la vida es el miedo espantoso a la mediocridad (…) Aunque me he convertido en alguien, aun tengo que demostrar lo que soy. Mi lucha no ha acabado y es probable que no acabe jamás”. Parece una buena motivación, pero tiene un punto débil: si nuestros deseos y nuestros sueños son las únicas metas en nuestra vida, jamás viviremos satisfechos. Los deseos se van suplantando por otros nuevos, de tal manera que nunca llegamos al final de esa carrera, siempre queremos más. El ser humano se ha vuelto absolutamente insaciable desde que le dio la espalda a Dios.
Esa manera de vivir, el querer siempre más, es lo que Pablo define como “conformarse” al mundo (Romanos 12:1), corremos el riesgo de vivir con los mismos objetivos que todos tienen, tratando de conseguirlos, por los mismos medios que aquellos que no creen en Dios: Todos queremos tener más posesiones, trabajamos para tener una mejor casa, un mejor coche, ganar más dinero… mientras pasamos nuestra vida como espectadores inútiles dentro del cuerpo más activo que existe en la humanidad: el cuerpo de Cristo, la iglesia, porque incluso ésta, cada vez se vuelve más confortable, física y espiritualmente.
Pretendemos vivir como cristianos, pero no luchamos, no conquistamos, no transformamos el universo ni vivimos de una manera diferente; nos conformamos con ver lo que otros hacen: vamos a la iglesia para escuchar la alabanza y las predicaciones de otras personas, tomamos comida masticada por otros porque no oramos ni leemos la Biblia por nosotros mismos. El cristianismo se ha convertido en el peor enemigo de sí mismo, porque los empresarios cristianos viven igual que los no cristianos y los trabajadores creyentes igual que los que no creen. No somos capaces de ayudar a los que lo necesitan, tenemos muchos dones pero muy poco amor, muchas habilidades pero reflejamos muy poco el fruto del Espíritu de Dios.
Nos hemos acostumbrado a vivir en una subcultura evangélica con programas en los medios, música, redes sociales, revistas, noticias, etc. que son prácticamente idénticos a aquellos que hacen los que no creen. Seguimos a “héroes” que defienden los mismos valores que los que no conocen a Dios: Iglesias grandes, ministerios grandes, grandes espectáculos, conciertos y predicaciones, grandes eventos… Nada que ver con el servicio y el carácter del Señor Jesús, especialista en abrazar leprosos y lavar los pies de todos.
Queremos disfrutar de lo mejor de la cultura del éxito. Nos encanta el poder y los logros humanos y por eso vivimos de espaldas al fundador del cristianismo. Al Señor Jesús no le preocuparon los números sino las personas, el evangelio no trata de ganar sino de servir, Él no busca admiración sino amor. Hemos dado a luz a una generación de cristianos obesos, tanto física como espiritualmente, mientras muy pocas personas luchan por el reino de Dios en esta tierra expresándolo en ayudar a los demás y gemir en oración por todos.
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.
Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.
Analizamos las noticias más relevantes de la semana.
Algunas imágenes del primer congreso protestante sobre ministerios con la infancia y la familia, celebrado en Madrid.
Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.
Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.
José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.
Celebración de Navidad evangélica, desde la Iglesia Evangélica Bautista Buen Pastor, en Madrid.
Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.
Si quieres comentar o