El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
La vivencia de la espiritualidad cristiana no consiste en memorizar las verdades bíblicas, sino el ponerlas en práctica mirando a las realidades espirituales y a la situación de mi prójimo apaleado.
¿Nos influye a los creyentes el concepto de projimidad que nos dejó Jesús o solo son teorías religiosas que nos incomodan?
Seamos personas orientadas hacia el cielo, pero con un fuerte compromiso aquí en nuestro suelo tal y como la Biblia nos demanda.
La Biblia nos enseña a que seamos prójimos de brazos abiertos y con pies diligentes para eliminar sufrimientos y opresiones. Es el servicio y el compromiso cristiano a favor de los débiles.
El cristianismo, si fuéramos conscientes y activos siguiendo al Maestro, contiene una infinidad de valores no caducos que pueden ser un revulsivo para el mundo.
Todos los creyentes tenemos el deber inexcusable e ineludible de impulsar la paz. Que lo hagamos confiando en Tus fuerzas, pues nosotros estamos en debilidad.
Los cristianos deben tener mucho cuidado para no ser engañados por temas y vivencias que se dan como si fueran cristianas, y nada tienen que ver con la vivencia de la auténtica espiritualidad del cristianismo.
Quizás, en vez de ser colaboradores de Dios en la creación, en la tierra, hemos abusado de ella como si los recursos del planeta tierra fueran ilimitados.
La mesa o el banquete del Reino no va a ser ocupada por los más religiosos, ni por los más ricos, ni por los más importantes de este mundo.
La fe insolidaria, sin acciones de servicio, sin ayudarnos a ser manos tendidas de ayuda a los que sufren, la fe pasiva no vale para nada.
Gran parte de la felicidad de los humanos es saber poner en las manos del Señor nuestros tiempos.
Sobre la tierra se extiende una nube silenciosa que engloba un atronador silencio de muchos creyentes que siguen mirando solo al cielo en espera de recompensas.
El cumplir con la misericordia es un condicionante previo para ofrecer a Dios un auténtico culto.
¿Nos hemos preocupado mucho más del hacer y del tener que del ser, del propio ser que necesita descanso, reflexión y sosiego?
No podemos ser cristianos mediatizados por esas sucias gafas que nos muestran los valores antibíblicos que impiden el seguimiento del Maestro.
Hay que usar la libertad comprometida de los cristianos de manera liberadora, amorosa, solidaria y muy humana, aunque nuestras perspectivas sean finalmente el mostrarles el camino de la vida eterna.
¿Cómo puede haber tantos y tantos que se llaman seguidores del maestro nadando en un espacio silente dando la espalda al grito de los sufrientes de la tierra?
Hay muchos mandatarios políticos, que se rodean de personas religiosas. Eso les da cancha, eso les da votos, con eso buscan que den credibilidad a sus desmanes y errores políticos.
Los cristianos, fundamentalmente los pastores y líderes, tienen el deber de elevar su mirada buscando lo justo y lo honesto, pero superando las perspectivas de los partidos políticos que todos se mueven en busca del poder.
La evangelización debe ser completa y asumir tanto los conceptos de pecado y culpa con la visión de la capacidad de Dios de perdonar, así como los conceptos de misericordia, empatía y de solidaridad con los sufrientes.
La idea de Dios protegiendo a su pueblo migrante en tierra extraña nos debería motivar a buscar justicia y a practicar misericordia para con los migrantes.
El mensaje bíblico sigue siendo actual, aunque algunos piensen que ya no tiene vigencia, pero las palabras de Dios y de sus voceros los profetas no pierden nunca actualidad.
Que los creyentes nos convirtamos en agentes de paz que caminan con los valores bíblicos en busca y construcción de una cultura de paz.
Jesús no se dedicó a escribir normas éticas para que las estudiáramos, sino que su vida ya fue un gran libro lleno de ejemplos vivos para que los sigamos.
El Evangelio no implica solo mirar al cielo, porque también es el Evangelio de la misericordia y de la projimidad que demanda una fe activa de mano tendida hacia los que sufren.
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