El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
No hay lujos, ni boato, ni grandezas, ni aparece rodeado de apoteosis pirotécnicas. Sencillamente, nace.
Con toda seguridad podemos dar por sentado que nuestra fidelidad tiene que ver con la oración de intercesión de Jesús.
La luz del Evangelio brilla potente en medio de tantas luces tenues. La Navidad nos recuerda que Dios ha bajado a este mundo para sufrir con nosotros, como nosotros y por nosotros.
Jesucristo amaneció en la historia desde su reverso, desde su subversión, desde la negación de los palacetes y lujos hedonistas.
Un poema de Jorge Castañeda, extraído de la obra Lirio de los valles. (Selecciona Isabel Pavón)
El hallazgo se produjo al rescatar los restos de un naufragio ocurrido frente a la costa de Cesarea, en Israel.
La narrativa resiliente de la Natividad todavía declara que el Hijo de Dios se convirtió en el Hijo del Hombre para que los hijos e hijas de los hombres pudieran convertirse en hijos e hijas de Dios.
Jesús es en quien me he inspirado cuando me han faltado referentes en todas mis luchas y desiertos personales.
Jesús aparece en esta tierra lleno de gracia. Su gran amor redentor se observa en el hecho de que es él quien toma la iniciativa para liberar al hombre y darle seguidamente vida eterna.
Todos tenemos cabida junto al pesebre, todos debemos estar allí para adorar al recién nacido, irrumpir radiantes de gozo ante su llegada.
Su fascinación, sin embargo, por la persona de Jesús nos llena de esperanza. Kafka decía que Jesús es “un abismo de luz, que si no cierras los ojos, te puedes caer dentro”.
El nombre de Dios es una promesa de ayuda y asistencia en todo momento.
Jesús quiere hacer presente a un Dios misericordioso que pone en crisis las distancias impuestas por una religión deshumanizadora y excluyente.
Según los datos publicados por Lifeway Research, cuando se habla de “cristianos activos” que sí afirman creer que Jesús existiera antes, la cifra solo alcanza el 63%.
Se acabó aquella amenaza que comenzó hace 33 años en Belén.
Dios, en la persona de Jesús, sitúa su gloria abajo, cerca y dentro, construyendo un hogar entre nosotros.
Jesús de Nazaret no vivió un simulacro de humanidad.
La distinción entre Creador y criatura es decisiva para no caer en la trampa de elevar la iglesia a un cuerpo cuasi divino.
¿Por qué nos cuesta tanto perdonar?
¿No somos todos un poco como Felipe y Andrés, según se nos presentan las circunstancias? Vemos la realidad que nos nubla, no el prodigio que puede suceder.
Jesús no es una construcción ideológica de la iglesia.
Cada generación tiene la responsabilidad intransferible de distinguir y discernir, por sí misma, la diferencia entre Tradición y Palabra.
Amamos la comodidad dentro de las cuatro paredes de nuestra iglesia mientras que, insolidariamente, damos la espalda al grito y al gemido de los pobres y excluidos de la tierra.
Percibo un claro sentido de urgencia de parte del cielo para la inminente venida del Señor.
Hemos convertido la existencia en una permanente insatisfacción, buscando lo que creemos que nos falta siempre en lugares equivocados.
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