El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Ningún avivamiento, ni ningún impulso sano en el desarrollo de la Iglesia de Cristo ha comenzado desde el poder.
El 91% de congresistas de EEUU se definen cristianos, la inmensa mayoría protestantes (56% del total).
La panorámica que tuvo Jesús al abrir los ojos no podía ser más pesimista y contraria a cualquier cambio.
Lo que ha ocurrido hoy en los Estados Unidos es un episodio más de un problema del mundo occidental.
La entidad evangélica española pide al Gobierno “respeto a la diferencia” y una resistencia “a la presión de los lobbies, como el financiero, el LGTB o la jerarquía de la Iglesia Católica”.
La Biblia es la gran desconocida en España: unos juran sobre ella sin leerla y otros reniegan de ella sin leerla tampoco.
¿Quién mejor que los cristianos puede hacer el aporte ético y moral para que haya mejor gobierno, más justo, con políticas económicas y sociales que aumenten en equilibrio el bienestar del hombre, de los pueblos?
La práctica de la política es un mal del alma decía Emerson, desde EE.UU. La politización del mensaje evangélico y la identificación entre evangélicos y republicanos dan la razón al poeta.
Todo lo que Dios nos revela a través la Biblia no es para deleitarnos y abstraernos delo que sucede alrededor nuestro. Más bien quiere hacernos tomar conciencia de nuestra misión aquí y ahora.
Las encuestas dicen que los evangélicos están mostrando más abiertamente sus simpatías hacia el candidato republicano a la presidencia.
La entidad llama a los políticos a dejar de lado el discurso crispado y “ceder mutuamente” para evitar ir a las terceras elecciones generales consecutivas.
Los valores del Evangelio, los valores bíblicos sobre los que se apoya la fe y que le dan vida, no son ajenos a los avatares sociopolíticos de la historia concreta del hombre.
En Francia los protestantes han sido generadores de profundas transformaciones especialmente en dos áreas: la educación y el establecimiento de la laicidad.
Lejos de funcionar como elemento para convencer al votante del partido rival, las campañas sólo resultan eficaces en el sentido de la movilización electoral.
En México el ambiente de una pasada desesperanza y apatía se ha transformado en una ciudadanía que clama por el cambio, y esto por medio del voto.
No se ha puesto un proyecto encima de la mesa en el que trabajar y llegar a un acuerdo.
Entiendo que Dios nos llama a implicarnos en nuestra sociedad, en nuestra nación.
Los principales partidos españoles han utilizado este tema de manera desigual y casi siempre como arma arrojadiza.
En España muchos no van a votar por convicción de que lo que escogen es lo mejor, sino por protesta contra lo que hay.
Somos primero seres sociales, no económicos. Por eso me entristece ver cómo en ocasiones caemos en la tendencia de dar a la economía importancia vital.
Seis meses después, las encuestas dibujan un panorama sin grandes cambios. Lo que sí aumenta considerablemente es la percepción negativa sobre la situación política.
La campaña electoral es una auténtica “puesta en escena” más próxima al guión de una película que a la realidad que se nos debería presentar para tomar una decisión tan importante.
Elecciones nacionales a finales de junio
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