El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
El énfasis no está en los carismas, sino en las personas.
La piedad, la obediencia, la santidad y el temor al Señor traen grandes bendiciones a nuestra vida particular y comunitaria y el pecado, por oposición, trae maldición.
Sobre el gesto de los hombres que matan a Jesús se eleva la acción final y decisiva de un Dios que resucita.
El Cristo solo, abandonado, despreciado y angustiado es, en un sentido muy real, la prueba de la solidaridad de Dios en el sufrimiento.
Tan contradictorios como es el hecho de vivir odiando y reconocer una parte fundamental de nuestro consuelo en la presencia de los otros.
Jesús entró en el templo, esa higuera frondosa pero carente de fruto, representada por una religiosidad vacía de la que Dios se encuentra ausente.
Abrumados por tratar de reconocernos en alguno de los mensajes del choque de discursos cruzados en el que vivimos, olvidamos el diagnóstico que ya se ha realizado de nosotros.
El contrapoder del evangelio del reino de Jesús de Nazaret aparece como fuerza-para-servir y dar la vida por los demás.
Hablar de niños es hablar de valores, como la inocencia, la sencillez y la bondad. Y, desde luego, estas cosas son importantes. Pero con eso no basta.
La intención de romper con todo aquello que se ha identificado como herencia de la tradición ha dado paso a una desilusión devastadora.
Podré caminar sobre él hasta alcanzar mi isla soñada.
Durante mucho tiempo ignorado por los sectores literarios más cultos, ha sido en los últimos años que escritores como Umberto Eco, Fernando Savater o Juan Marsé han reivindicado su figura.
¿Por qué tienen que aparecer el sufrimiento, la cruz y la muerte en el camino de Jesús? ¿No parece todo esto un contrasentido?
La profecía bíblica enseña que Dios no tolera la superficialidad cuando se trata de transmitir su verdad. También el periodismo, cuando pierde su sentido reflexivo, es insuficiente.
“Jesús nos llama a vivir y reflejar el Reino de Dios aquí en la tierra, trabajando por la protección de todas las criaturas sin fatalismo ni deserción”, aseguran.
Solamente cuando el oficio periodístico se ejerce al margen de la estampa de destrucción que predomina en el ámbito del poder, puede realmente esquivar las cenizas para aportar luz.
Jesús les enseña que todo forma parte del reino de Dios, toda la existencia de las personas y, ahora, precisamente su necesidad de comer.
La Asociación de Campamentos Cristianos Internacionales en España aspira servir en estas fechas con el compromiso de adaptarse a la actual situación sanitaria.
Vemos a un Jesús expulsado, no recibido y no creído que se admira de la falta de fe de las gentes de su pueblo.
En una realidad dominada por el elemento del pecado, se ha hablado del hecho de informar como de un ‘cuarto poder’. Pero eso es solo una distorsión.
El seguimiento de Jesús supone enfrentar peligros y amenazas desconcertantes pero, a la vez, se nos invita a desterrar el miedo paralizante.
Lo que el pulpo me enseñó ha conseguido el Óscar al mejor largometraje documental. ¿Qué puede mostrarnos la relación entre un submarinista y un pulpo común sobre la gracia de Dios?
En el seguimiento aparece implicado un modo alternativo de entender la existencia que descentra y desinstala la vida situándola en estado de misión.
Es tiempo que en este país termine el racismo. Debemos confrontar esta triste realidad de nuestra historia.
Lo que aparece en juego es la decisión de desinstalar la vida para convertirla en seguimiento del Maestro.
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