El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Nosotras ajenas al mundo descubrimos en el ocaso de otro día cómo Dios sigue uniéndonos, hilvanando nuestros corazones con hilos de cariño.
Todos tenemos nuestro propio Jordán. Todos podemos cruzarlo si confiamos en aquel que nos ha dado poder para hacerlo.
Dios me da nuevas oportunidades cada día. No se cansa, no claudica, siempre espera.
La travesía puede tener oscilaciones, socavones, grietas, obstáculos que me impidan avanzar segura, pero, mientras camino, descubro que no debo dejarme sabotear por las dificultades que aparecen en el sendero.
El cilicio en el que está sumida se transforma en gozo, pasando del entristecido luto al júbilo. Entiende que Él siempre ha estado ahí, cerca de ella.
Derramaré mi llanto, esconderé mi temor bajo una capa de valentía que no poseo, pero que he de improvisar en obediencia.
Cada día, Dios nos ofrece la receta adecuada para que podamos vivir una jornada memorable.
Ayuné, oré, y lo dejé en manos de Dios.
No debiéramos dejar pasar tanto tiempo. No debiéramos permitir que nos interrogue el silencio.
Aferrados a la vida nos sentimos débiles ante la presencia de la muerte. Aun sabiendo que existe una vida más excelente tras esta, seguimos adheridos a nuestra rama simulando ser hojas perennes.
María desea hacer algo que no todos van a entender. María quiere derramar su corazón en gratitud, en admiración a Jesús.
Evocar el lugar del que fuimos rescatados hace que no olvidemos lo beneficioso que es vivir bajo la sombra de sus alas.
Ciertamente son muchas las veces en las que posponemos lo urgente dándole cabida a lo banal, prescindiendo de lo elemental.
Quiero hallar las credenciales de quien soy y comprender que cuanto más me acerco a ti, más me alejo de mí.
Ofrendémonos al Dios que hace nuevas todas las cosas, permitamos que sea Él quien tome las riendas de nuestras vidas.
Experimentó bajo las estrellas una extraña sensación de feliz serenidad, un destello de nostalgia que la hizo detenerse y mirar hacia el cielo para descubrir en la oscura noche cómo en su vida nacía un halo de intensa luz.
Te ruego mi Dios que me enseñes a cantar, a dejar fluir mi voz y que ella porte el perfume grato de tu amor.
Pasar con demasiada frecuencia por el sendero del pasado hace que el presente no sea vivido con la intensidad que merece.
La noche trae consigo la duermevela intranquila, alterada y frágil que llena de desasosiego las pausadas agujas del reloj.
Él siempre ha estado ahí, aguardando a que lo invoque, a que le exprese con un gesto de fe que sigo confiando en su poder.
Son muchos los puentes cruzados de la mano de mi compañero de viaje. Muchas aventuras y desventuras vividas juntos. No cambiaría nada de lo vivido.
Su omnipotencia no ha menguado, ni su amor hacia el hombre ha disminuido. No obstante fluctuamos ante su soberanía para sosegar tempestades, sanar vidas, transformar corazones.
Sea lo que sea que contemplemos mientras marchamos por la vida, es sensato aprender a contemplarlo con los ojos ungidos de gracia y prestos a vislumbrar un atisbo de belleza.
Hoy, el umbral de mi alma se abre de par en par. Me inclino ante mi Señor con la reverencia que su persona merece.
Montada en la barca recibo el azote salado del mar y mientras el viento golpea mi rostro, evoco los instantes maravillosos en los que tú has traído a mi vida inusitada alegría.
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